Hay un dato ciertamente elocuente: mientras que el goleador del Barcelona es Messi (14), del Real Madrid pueden tirar perfectamente del carro ofensivo Cristiano (13), Higuaín (11) o Benzema (6). De hecho, de los cinco máximos goleadores actuales de la Liga hay tres que visten de blanco y, en ocasiones como ayer, incluso de rojo. A la fiesta se ha sumado el rojiblanco Falcao (7), que empezó como un auténtico tiro pero que ahora ha sufrido un parón, como el resto del Atleti. Todos los caminos conducen tozudamente a Messi en el equipo de Guardiola mientras que los viajes de Mourinho son bastante más variados y un día se puede ir en coche hasta Lisboa, otro en tren hasta París o, si lo prefieres, puedes reservar plaza hasta Buenos Aires en Aerolíneas Argentinas.
Cada día que pasa, el Madrid me parece un equipo más completo, más redondo, más perfeccionado, y el Barcelona más y más previsible. Eso no quiere decir en absoluto que luego lleguen los enfrentamientos directos entre uno y otro y el Barça vuelva a meterle un susto importante en el cuerpo a los blancos, pero tengo la sensación de que será difícil sorprender a este Real, pillarle en un renuncio. Mestalla era una plaza para ganar, y se ganó, aunque seguro que Mou no estará contento con los despistes de algunos jugadores que a puntito estuvieron de causarle un problemón al equipo. Este Real Madrid igual te gana al más puro estilo culé que lo hace a la inglesa, jugando con el cuchillo entre los dientes, todos a una. Tiene buena pinta, la verdad.
Así las cosas, también es probable que Guardiola no tenga toda la culpa y se haya dado cuenta de que Messi es tan importante para su equipo que no puede permitirse el lujo de dejarle fuera ni medio segundo de reloj. El protagonismo excesivo del argentino acabó con Eto'o, desesperó a Ibrahimovic, relegó a Bojan y está sacando de su sitio a Villa. Salta a la vista que el asturiano no está feliz con su situación y que los abracitos se dan de cara a la galería. David siempre ha tenido claro, porque así se lo expresó Guardiola nada más llegar, que él tendría que trabajar para Messi como el resto, pero eso es una cosa y otra distinta desaparecer del mapa. Sinceramente no recuerdo el caso de otro equipo de fútbol que tuviera una dependencia tan desproporcionada de un solo jugador como los culés la tienen de este chaval. El Barcelona está inflamado de Leo, decididamente tiene Messitis.