Hay que ver la cantidad de vueltas que dan algunos para tratar de convencer a cuatro despistados. A propósito de una hipotética y fantasmoide oferta del propietario del City por Cristiano, Luis Mascaró, director adjunto del diario Sport, llamaba ayer mercenario al goleador del Real Madrid para, a renglón seguido, vendernos la burra coja y ciega de que Messi no tiene precio y acabar mezclándolo todo con el "particular ADN blaugrana". Parece lógico y normal que la familia Messi le esté eternamente agradecida al club catalán puesto que Leo encontró allí abiertas las puertas que otros cerraron en sus mismísimas narices; si, además de lo anteriormente expuesto, resulta que el Barcelona está atravesando por un momento dulce de juego, parece complicado que el chico vaya a moverse de allí. Pero naturalmente que Messi tiene un precio, y por la cifra de la que estamos hablando no parece en principio que Joan Laporta estuviera demasiado dispuesto a dejarlo todo al albur del ADN, mejor atarlo con dinero: 250 millones de euros de cláusula de rescisión.
Llamando mercenario a Cristiano, Mascaró llama soldados de fortuna a Zidane, Figo, Hernán Crespo, Buffon, Vieri, Shevchenko, Ferdinand, Mendieta, Ronaldo, Verón, Rui Costa, Nedved, Essien, Drogba y tantos y tantos jugadores de fútbol que un buen día decidieron cambiar de equipo por cuestiones crematísticas, sí, pero quiero suponer que también deportivas. Según la rocambolesca filosofía del director adjunto del Sport son también mercenarios los jugadores de béisbol Alex Rodríguez, Derek Jeter, Joe Mauer o Manny Ramírez, los pilotos Fernando Alonso o Michael Schumacher, los jugadores de baloncesto Kobe Bryant, Kevin Garnett, Tim Duncan o Pau Gasol, y los jugadores de fútbol americano Carson Palmer o Brett Favre, deportistas que, en un momento u otro de sus carreras deportivas, se fueron a otro sitio para mejorar sus condiciones.
En realidad, supongo que sin saberlo y probablemente sin pretenderlo, Mascaró ha dejado herido de muerte el orden social resultante de la libertad económica, el libre mercado y la oferta y la demanda entre productores y consumidores. ¡Y todo para defender que Messi no se movería jamás del Barça a diferencia de otros que sí lo harían del Madrid!... Por lo que yo sé, y tras la enésima mejora de contrato, el ADN blaugrana de Messi viene a costarle aproximadamente catorce millones de euros anuales al Fútbol Club Barcelona. Ese sueldazo, añadido a la super cláusula de rescisión que aparece reflejada en su contrato, es lo único que convierte al argentino en un jugador intocable. Mascaró trata de convencer a su público de que este Leo se mantiene fiel al contenido de aquella mítica servilleta de Rexach cuando no es así: o todos mercenarios o todos futbolistas a sueldo. Dejemos a un lado el ácido desoxirribonucleico.