De Richard Nixon dijo una vez el presidente del Partido Republicano, su partido, que era el mentiroso más transparente que había conocido en toda su vida. Salvando las notabilísimas distancias existentes entre uno y otro, a Ramón Calderón debe sucederle algo parecido que al trigésimo séptimo presidente de los Estados Unidos de América: es tan transparente mintiendo, lo hace con tal naturalidad que, si no lo conoces, te la cuela. Así sucedió, por ejemplo, cuando serio, impasible, institucional, aseguró sin despeinarse que Kaká, el mejor jugador del mundo, un futbolista perteneciente al Milan, un club tan poderoso deportiva y económicamente como el propio Real Madrid, sería tarde o temprano jugador merengue. Todavía recuerdo las caras de felicidad de muchos madridistas, embelesados por la promesa más ilusionante desde el fichaje de Zinedine Zidane. Había quien no conocía aún a Ramón Calderón, pero hoy ya sabemos perfectamente de qué va la vaina.
Cuando Calderón, lógicamente, no pudo cumplir finalmente su falsa promesa de traer al Madrid a Kaká, traicionando así a todos los socios y aficionados que habían confiado erróneamente en su palabra, se limitó a decir que ese jugador ya no tenía sitio en el Madrid. De los tres futbolistas comprometidos teóricamente en su ticket electoral sólo pudo traer a uno de ellos, Robben, un buen futbolista aunque quizás el menos atractivo deportivamente de todos. Ahora, acuciado por la goleada de la Asamblea, arropado por un empleado que asegura, bravucón y chuleta, algo así como que el Real Madrid tiene el dinero por castigo, Calderón ha vuelto a vender otra milonga, en este caso la de Cristiano Ronaldo. Resulta que al portugués sí podrían encontrarle el sitio que no tenía Kaká. Se habla de ochenta, noventa, cien millones de euros, todo da igual con tal de tirarse un par de semanas prometiendo algo que él sabe que no puede cumplir. Si no es ahora, será en 2009, y si no en 2010. ¿Será por dinero? ¿Será por falsas promesas?
Desde luego que a Ronaldo no se le puede echar en cara que esté jugando con las cartas marcadas. En Inglaterra dice una cosa y en España otra bien diferente. Allí asegura que se quedará y luego, al minuto siguiente, cambia de opinión y dice que él nunca le promete nada ni a su propia madre, para luego volver a decir aquí que "todo el mundo acabará contento": decir eso y no decir nada es exactamente lo mismo. El tiempo nos sacará de dudas y desvelará si Ronaldo era verdad o si sólo se trataba de otra trola más del presidente madridista. Tengo para mí que Calderón vuelve a mentir. Por supuesto que al Real le gusta Ronaldo, ¿a quién no?... Y Kaká. Y Cesc. Por cierto, ¿qué fue de Cesc? ¿Tendría sitio ahora mismo en ese equipo, don Ramón?... Jorge Mendes debe estar frotándose ahora mismo las manos. ¿Cuánto hay que poner? ¿Ochenta? ¿Noventa? ¿Cien? ¿Hablamos de millones de euros o de Mortadelos?