Que nuestra selección de fútbol carece de una dirección deportiva mínimamente coherente lo demuestran pequeñas cosas como, por ejemplo, la autoexclusión de Xavi en el partido contra Letonia o el capítulo de la bandera de España oculta en las medias de dos jugadores del Barcelona. Instantes antes de saltar al césped el sábado, hubo futbolistas que le preguntaron a Luis (¿a quién si no?) si, dependiendo de cómo transcurriera el partido, debían forzar la cartulina amarilla para cumplir su ciclo ante Liechtenstein, a lo que Luis contestó que hicieran lo que creyeran más oportuno. Xavi creyó que lo más oportuno era ahorrarse el viajecito a "Lichichí" y, de paso, preparar como es debido el partido de Liga contra el Espanyol. Dicho y hecho.
En cuanto a lo de las famosas medias, inquirido por Abellán acerca de la atinada contraportada del diario Marca, Luis, sin opinión propia, se limitó a descalificar al periodista y zanjó el asunto diciendo que todo podía haber sido una casualidad. ¿Casualidad que fueran Xavi y Puyol los dos únicos jugadores de España con la bandera oculta en sus medias? Una casualidad es que pidas un café con leche y azúcar y te traigan un cortado con sacarina; lo del sábado no fue casualidad. Y Luis, autor intelectual de esa cosa tan rara que ahora llaman "la roja", adalid de la españolidad, defensor de los valores patrios y de los abracitos fraternales de antes de los partidos, tendría que haber dado su opinión al respecto. Calló y otorgó. Y lo hizo por la sencilla razón de que no puede quitarse de encima el cartelito de entrenador interino. Simplemente ha perdido el pulso.
Ya estoy un poquito harto de esta especie de código morse que se han inventado algunos jugadores con ínfulas nacionalistas para amargarnos a los demás la existencia. Ahora masco un chicle mientras suena el himno, luego me tapo la bandera con esparadrapo, más tarde finjo una lesión para no tener que viajar hasta el fin del mundo, después le doy la vuelta a las medias... Son demasiadas "casualidades" juntas, y ninguna de ellas es buena. Y para los palos que nos meten luego en eurocopas y mundiales no creo que merezca la pena tanta humillación consentida. ¡Si Puyol fuera Thierry Henry todavía! A Luis le dará igual ocho que ochenta, que suban o que bajen, que entren o que salgan, que crezcan o que encojan, que pongan o que quiten, pero a los demás no nos da lo mismo. Aragonés podrá permitirse el lujo de andarse con medias tintas, pero el resto no podemos permitírnoslo. Porque los seguidores de España no somos interinos.