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El penúltimo raulista vivo

Yo, con su permiso, me vuelvo con Walter White

Creo recordar que fue Walter Cronkite quien reconoció que en el transcurso de una entrevista que estaba siendo grabada con John Kennedy y tras una respuesta que podía ser malinterpretada, éste pidió que se hiciera una pausa y llamó a su despacho al presentador de la CBS: "Walter, tienes que eliminar esa respuesta. Es un favor personal que te pide el presidente de los Estados Unidos de América", le dijo JFK; "Lo siento, señor presidente", respondió Cronkite, "pero, con todo el respeto, la respuesta se queda". Acabo de escuchar a Vicente Azpitarte decirle a Federico Jiménez Losantos que el entorno más próximo a Casillas trató hasta última hora de ayer que se eliminara una respuesta de Iker a Gabilondo que tenía que ver con su relación con el presidente del Real Madrid. Que nadie me malinterprete: no estoy tratando en absoluto de comparar a Iker con Kennedy o a Gabilondo con Cronkite, no estoy tan loco, sino simplemente las situaciones: JFK se dio cuenta al instante de que aquella respuesta podía traerle problemas y reaccionó del peor modo posible.

Si, tal y como se asegura, la entrevista con Casillas fue grabada entre el jueves y el viernes para emitirse ayer por la noche, Iker ha tardado como poco 72 horas en darse cuenta de que una de sus respuestas podía ser malinterpretada. Yo, que ni he visto la entrevista completa ni pienso verla y que cuando echo de menos una buena entrevista en la televisión acudo al YouTube y me pongo alguna de las que, bajo el título de A fondo, hizo el maestro Joaquín Soler Serrano en TVE entre los años 1976 y 1981, niego la mayor: el problema tanto para Casillas como para el Real Madrid no es esta o aquella respuesta sino la entrevista en sí, la concesión de una entrevista y la elección del momento elegido para hacerla cuando todo parecía relativamente tranquilo en la portería. Lo que, a mi modo de ver y aunque eso supongo tirar piedras a mi propio tejado, tendrían que haber evitado el jugador o su entorno es la entrevista en general no una respuesta en particular. Un "no es el momento, Iñaki" o "ahora no, gracias" habría sido suficiente. O eso o responder a las preguntas con largas cambiadas. Vamos, lo que hacen siempre los futbolistas.

De la entrevista de Gabilondo con Iker que un poco más arriba he confesado que no pienso ver completa (no por Casillas y ni siquiera por Gabilondo sino porque en general me cuesta bastante mantenerme despierto durante las entrevistas a deportistas salvo que el entrevistado tenga la dimensión sideral de un Muhammad Ali o un Bobby Fischer, en cuyo caso no me interesan absolutamente nada las preguntas sino únicamente las respuestas) me llegaron noticias a través de un par de llamadas telefónicas ("¿Lo estás viendo?") y vía Twitter, que se ha convertido en una especie de mensajero del miedo. No, la verdad, no lo estaba viendo; lo que estaba viendo justamente en ese preciso instante, y probablemente sea poco profesional reconocerlo, era el décimo episodio de la cuarta temporada de Breaking Bad, el denominado Salud, aquel en el que Walter White y Jesse Pinkman... En fin, véanlo ustedes, que no quiero destriparles la serie.

La entrevista, la maldita entrevista, ha sido tan inoportuna que incluso los periodistas considerados como más cercanos a Casillas de todo el panorama deportivo español, como es el caso por ejemplo de Pedro Pablo San Martín, han reconocido abiertamente que es un craso error. El momento elegido no ha podido ser peor: en mitad de un parón liguero y con tiempo de sobra por delante para hablar de lo divino y de lo humano y revolver de nuevo en los cajones del Real Madrid. Que esa herida va a tardar en cicatrizar lo sabe hasta Saúl Goodman, ya que estamos con Breaking Bad, aunque lo verdaderamente impensable ahora, justo en este momento, cuando podía respirarse otra vez, es que quien decidiera descoserla para que volviera a manar sangre fuera uno de los protagonistas. Resultado: Iker dañado, el Real Madrid perjudicado, Florentino Pérez puesto de nuevo injustamente en el punto de mira de sus conocidos archienemigos y Gabilondo encantado de haberse conocido y dando palmas con las orejas. Yo, con el permiso de todos ustedes, me vuelvo con Walter White.

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