Bien está lo que bien acaba: la selección española de baloncesto luchará por las medallas y, si gana a Rusia, jugará la final olímpica ante Estados Unidos, que era lo inicialmente previsto. Como diría John Hannibal Smith: "Me encanta que los planes salgan bien". Y por supuesto que con esto no estoy dejando entrever que el equipo de Scariolo se dejara ganar por Brasil para "limpiar" su cuadro. Mejor que el seleccionador no lo voy a explicar yo, y por supuesto que los franceses podrán decir lo que quieran y pensar lo que les dé la real gana; es más: de puertas para adentro están casi en la obligación de justificar su eliminación en cuartos alegando que España no jugó limpio; seguro que si Francia nos hubiera ganado, y a puntito estuvo eso de suceder, nadie tiraría de la Carta Olímpica y demás zarandajas.
Y hablando de cartas y de Olimpiadas. Lo que sí ha demostrado en reiteradas ocasiones este equipo es que sabe perder, cuestión de la que no puede presumir Francia. Hacía mucho tiempo que no veía sobre el parquet una agresión como la de Batum a Navarro, fruto sin duda de la impotencia por volver a quedarse fuera y por caer otra vez eliminada... por España. En lo que al baloncesto se refiere, los franceses personifican nuestra superioridad en la figura de Juan Carlos Navarro, que les saca de quicio, que les vuelve locos con sus "bombitas". Espero con ansiedad un editorial de Le Figaro, presto a poner en duda sin pruebas la honorabilidad ajena, acerca de la bochornosa y poco olímpica actitud de su selección de baloncesto.
Por lo demás, y dando por hecho que no están siendo estos los mejores Juegos del equipo español de baloncesto, la prueba del algodón no engaña: estamos una vez más en la lucha por el oro, que con Estados Unidos por medio sería la plata. Y está claro que las dudas de ese entorno endeble al que hacía referencia el otro día han escocido, y yo creo que con toda la razón del mundo, en el seno de la selección. Especialmente certero ha estado José Manuel Calderón al decir que ha habido mucha gente que les ha pegado y no sólo los franceses y diciendo que ya se pueden subir otra vez al carro todos aquellos que se bajaron de él a las primeras de cambio. Scariolo, que está siendo para casi todos otra vez el malo de la película, está teniendo un comportamiento caballeroso en la victoria y no parece que vaya a pasar factura. Mejor así.