Sólo a este entrenador del Real Madrid se le cuestiona que realice de golpe tres cambios en el descanso de un partido copero que pierde en su propia casa y que la reacción táctica provoque una remontada. Únicamente a José Mourinho se le afea que abronque a sus jugadores en el vestuario y les diga, más o menos textualmente, que tienen por delante 45 minutos para limpiar la basura de la primera mitad: a cualquier inquilino del banquillo del club de fútbol más importante del mundo habría que exigírsele que agitara el avispero en una situación similar; es más, y con la vista puesta ya en un futuro remoto, a cualquier técnico que quiera sentarse en el mismo sitio que Mourinho habría que ponerle el vídeo de lo sucedido ayer en el estadio Santiago Bernabéu.
Por otro lado, e independientemente de que te caiga bien, mal, peor o regular, Mourinho es un regalazo anticipado de Reyes para todos los periodistas deportivos sin discriminación de sexo, religión, color de piel o medio de comunicación escrito, radiofónico o televisado. A un tío que te cuenta en primera persona las interioridades de lo que ha ocurrido en el vestuario del Real Madrid y te dice, por ejemplo, que nada más cruzar la puerta les ha dicho a sus futbolistas que si pudiera cambiaría a los once, hay que ponerle cuanto antes un monumento de mármol de Carrara a la entrada de la Asociación de la Prensa Deportiva y no estar todo el santo día pegándole como si no costara.
Pocas cosas puedo decir del Málaga aunque quiera puesto que lo malo y lo bueno que tuvo el partido fue protagonizado en exclusiva por el equipo que ponía campo. El Real Madrid salió con el mazapán y el matasuegras y cometió dos errores tan gruesos en defensa que le pusieron el partido lo suficientemente feo para que volviera a ser necesaria la épica; al equipo de Pellegrini pudieron caerle cinco en la segunda parte: fueron únicamente tres y la eliminatoria queda abierta para el encuentro de La Rosaleda. Por cierto que haciendo pública su frase a los jugadores ("si pudiera os cambiaría a los once") Mourinho efectivamente pretende que no se responsabilice a ningún futbolista en concreto; en el caso específico de Kaká, a quien se sigue esperando con ansia, es él mismo quien no hace otra cosa que señalarse desde que llegó al Real Madrid.