Estoy esperando que, de un momento a otro, Ramón Calderón y Juan Palacios, Palacios y Calderón, empiecen a esparcir el gas mostaza. Tal y como adelantó ayer la Cadena COPE, Palacios, que había renunciado de boquilla a tirar del voto por correo, fue inmediatamente llamado a capítulo por su "entorno" tras haber recibido la filtración de que en la saca tenía cerca de cuatro mil papeletas. En ese sentido, no fueron casuales las declaraciones de José Antonio Camacho diciendo que él lo único que quería saber era quién había ganado realmente las elecciones. Palacios interrumpió sus vacaciones y, tras el desgaste de Villar Mir, esperará pacientemente hasta que decida el juez. Y si, llegado el caso, el juez ordena que se cuente el voto por correo, pues hala... ¡a contar! Oigo historias que me dejan de piedra. Me cuentan películas para no dormir. Y, cuando por fin llega la noche, no consigo pegar ojo dándole mil vueltas tanto a lo que oí como a lo que me contaron. Créanme cuando les digo que sólo falta que aparezca el gas mostaza. ¿Es tan importante mandar en el Real Madrid?
Ya dije que la presidencia de Calderón nacía tocada de un ala, pero que, mal que bien, podría utilizar la otra para tratar de remontar el vuelo. Ante mi pregunta de "¿y Kaká qué?", sólo encuentro el silencio más absoluto. Ante la pregunta que algunos lectores de este blog me trasladan a mí, penúltimo Raulista vivo, de "¿y Raúl qué?", sólo tengo que remitirles a lo expresado por Fabio Capello. El tono empleado por el italiano a la hora de referirse al gran capitán madridista no pudo ser más elogioso. Parece que, al final, Capello sí que va a entender algo de esto. Pero, de repente, tras las preguntas de "¿y Kaká qué?" y "¿Raúl qué?", surge, como de la nada, una tercera: "¿Y Robben qué? ¿Eh? ¿Y Robben qué?"