Leía el otro día una entrevista realizada por Antonio Lobato a Fernando Alonso en la que el gran piloto asturiano decía, punto arriba, coma abajo, que en un futuro próximo llegarían otros buenos pilotos españoles que le sucederían a él y, añadía a continuación, que serían también "menos bocazas que yo". Literal. Pues resulta que el futuro ya está aquí, el futuro ya llegó, no tenemos por qué esperar más. Me alegré un montón por la victoria –puesto que así cabe calificar su meritorio segundo puesto en el circuito de Hungaroring– de Pedro Martínez de la Rosa en el alocado Gran Premio de Hungría de Fórmula Uno. Por lo que me cuentan los especialistas, Pedro es tan rápido como pueda serlo el más rápido de todos los pilotos del circuito.
De lo que yo sí puedo darles fe es de que Martínez de la Rosa es un auténtico gentleman, un hombre serio y responsable, un tío que ha sudado sangre para poder sentarse (¡sólo sentarse!) a los mandos de un McLaren y que, por si todo lo anteriormente reseñado no fuera motivo suficiente para mi admiración hacia su tesón y su trabajo, atiende siempre a los medios de comunicación con una paciencia y un ánimo docente realmente insuperables. Sólo por esto último (porque algunos periodistas somos muy pesados, la verdad sea dicha) Pedro se merecería que le levantaran un monumento en su honor en la entrada principal de la Asociación de la Prensa Deportiva. Estoy pensando en una estatua ecuestre, por ejemplo.
En la entrevista del diario