El Barcelona está indudablemente más dentro que fuera de la Champions. En realidad siempre lo estuvo porque, por mucho que Guardiola quiera vendernos ahora el pollino desdentado, el Shakhtar no parece el equipo llamado a protagonizar la proeza de apartarles de la final de Londres del mismo modo que, por mucho que también lo pretendiera en su momento el técnico culé, Chigrinsky no parecía tampoco destinado a convertirse en el nuevo Tarzán Migueli. No tiene mayor importancia lo dicho por Pep, como tampoco la tiene el que dijera lo de las malas sensaciones o que, incluso anoche y después de haberles clavado cinco en la zona intercostal, afirmara que el equipo ucraniano era uno de los mejores que había visto en toda su vida: cada entrenador es libre de elegir la forma de motivar a sus jugadores.
Sí me molesta, empero, que alguien pueda creer en serio que el Mourinho de las ruedas de prensa es el Mourinho real y sin embargo del Guardiola que ordena a sus futbolistas provocar tarjetas o que responde de malas maneras al periodista de TV3 no se diga absolutamente nada. Es lo mismo de siempre, y al menos yo no me cansaré de repetirlo una y otra vez, y otra más: o todos son malos por ordenar a sus jugadores que provoquen una tarjeta amarilla para pasar "limpios" a la siguiente fase, cuestión ésta más vieja que el propio fútbol, o ninguno lo es. ¿O es que el espectáculo del otro día en Villarreal pasó inadvertido y nadie se dio cuenta de lo que estaba sucediendo?... Si Mourinho llega a hacerle al Jordi Grau de Telemadrid lo que hizo ayer Guardiola, el portugués tiene que marcharse pitando de Europa.
Hablando únicamente de fútbol: el Barcelona fue muy superior al Shakhtar y, aunque el equipo de Lucescu no es ni de lejos el mejor que he visto en mi vida, no es de ningún modo un mal equipo. Es más, desde mi modesto punto de vista es mejor que el Tottenham o el Schalke 04 de Raúl. No parece la mejor forma posible de empezar un partido, y menos uno de cuartos de final de la máxima competición, encajar un gol en el minuto dos de partido; probablemente Lucescu tuviera algún tipo de plan pensando en el partido de vuelta, pero ir perdiendo en el Nou Camp con la perspectiva de otros 88 minutos por delante puede acabar con cualquier estratagema. El Barcelona, salvo mejor opinión de Guardiola, está en semifinales. El Real Madrid, salvo mejor opinión de Mourinho, también. Esto se pone interesante.