Todos los futbolistas del Barcelona sin excepción quieren transmitir el mensaje de que lo sucedido entre los sábados 14, San Valentín, y 21 de febrero de 2009 es un simple accidente, algo pasajero, una situación que se arreglará en cuanto vuelvan a apretar un poco los dientes. Así, Puyol dice que todos se cambiarían por ellos mientras que Eto'o añade que van a arrasar porque siguen siendo los mejores. Curiosamente, los dos únicos versos sueltos de lo que hasta ahora venía siendo un poema redondo, una oda al fútbol, un himno a la perfección del deporte, lo personifican Messi y Xavi. El argentino habla de Delgado Ferreiro y advierte que no es la primera vez que un árbitro llega a Barcelona y hace lo que quiere, y el internacional español manifiesta que han perdido por circunstancias ajenas al juego. ¿Es casual que los dos futbolistas más decisivos a la hora de interpretar lo que quiere Guardiola rompan de puertas para afuera la disciplina de voto?...
Me parece que Eto'o no dice lo que realmente piensa. No creo que piense que van a arrasar. Y el hecho de que Messi y Xavi revuelvan en el arcón de sus antepasados para devolver a la actualidad aquel viejo y desgastado elepé de la manida inquina arbitral cuando todo el mundo parece coincidir en que el Barça ha salido ampliamente beneficiado, reinventa de repente una Liga que entre todos andábamos enterrando en vista de la apabullante superioridad culé. ¿A qué o a quién pueden tener miedo Messi y Xavi?... El Sevilla está a dieciséis puntos, el Villarreal a diecinueve y el Valencia a veintidós, y ninguno de los tres parecen en condiciones de nada que no sea salvar sus propios muebles de la inundación. Inevitablemente hay que deducir que a quien tienen miedo los dos jugadores más decisivos en el éxito de este Barça es precisamente al Real Madrid, su máximo rival histórico, el único club del mundo capaz de quitarles esta Liga aún batiendo records de goles y puntuación.
Puyol y Guardiola sí han sido listos, pero lo dicho por Xavi y, sobre todo, lo expuesto tan a la ligera por Messi, esboza los primeros trazos, aún demasiado finos, todavía difuminados, de esa inflamación conocida popularmente en el mundillo del fútbol como madriditis. Porque, al contrario que otras inflamaciones, la madriditis ataca primero los tejidos más potentes de una estructura, dejando para el final el derribo de los más débiles. Lionel Messi, el mejor jugador de fútbol del mundo, nació en Rosario, provincia de Santa Fe, en la República Argentina, a miles de kilómetros de España; luego empezó a jugar en Grandoli, más tarde pasó a entrenar con Newell's Old Boys y únicamente se decidió a venirse a España cuando fue rechazado por River Plate. Con todo esto quiero decir que pensaba que, por edad, la madriditis que atacó a Rexach, Carrasco, Cruyff, Stoichkov y tantos y tantos jugadores que han pasado por ese gran club no habría tenido tiempo de atacarle también a él. Estaba equivocado. Messi, el crack, el mejor, el más fuerte, le ve las orejas al lobo. Son sólo los primeros síntomas de la inflamación y supongo que Guardiola le llamará inmediatamente a capítulo porque ya sabemos qué será lo siguiente: cuando recurra a Francisco Franco y a José Plaza ya no habrá remedio capaz de curarle.