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El penúltimo raulista vivo

Lukita os dejó con el culo al aire

Hoy quiero volver a recordar lo que se dijo de Luka Modric cuando recaló en la Liga española. A Modric le recibió el diario Sport con un titular de portada que ahora, seis años después, sirve de escarnio para el diario del Barça: "42 millones para tapar vergüenzas". Y el siguiente antetítulo: "Modric, una cortina de humo". De Luka Modric se dijo, por ejemplo, que era mejor Miguel de las Cuevas, o que Song sería más importante para el Barça que el croata para el Real Madrid. Ojo, Miguel de las Cuevas es un futbolista fantástico, y de eso pueden dar testimonio en el Sporting, el Osasuna o, ahora, el Córdoba; y Alex Song también lo es; cuando Song fichó por el Barça venía ni más ni menos que del Arsenal y, cuando se fue, lo hizo al West Ham. No tengo nada contra ellos, por supuesto, pero sí contra los que dijeron aquello; y no por sus opiniones porque uno puede pensar sinceramente que De las Cuevas es mejor que Modric.

Si me parecen reprobables aquella portada de Sport o esas comparaciones (que a mí me parecen odiosas pero que al fin y al cabo no dejan de ser opiniones) no es porque estén más o menos acertadas sino porque todas ellas se hicieron para hacer daño. ¿A quién?... Refresquemos un poco la memoria: Luka Modric llega al Real Madrid en agosto del año 2012, su primer año en el club blanco, sí, pero el tercero de José Mourinho, que dejaría el Real en 2013. En esos momentos todo valía ya contra Mourinho, absolutamente todo, y si algo me decepciona de aquella etapa es que aquellos que buscaron aburrir al entrenador portugués se salieran al final con la suya. Gracias a Dios, en 2012 Valdano ya no era el director general del Madrid, cargo que había abandonado en mayo de 2011 tras sus contínuas desavenencias con Mourinho, pero el argentino tenía (y aún tiene) muchos valedores en la prensa deportiva española.

Faltando innecesariamente al respeto a Luka Modric se trataba de desacreditar el conocimiento futbolístico de Mourinho, así que si aquella portada y aquellas opiniones me parecen despreciables no es por su contenido, con el que uno puede estar más o menos de acuerdo, sino por su finalidad, que no era otra que la de pegarle una patada a Mourinho en el culo de un futbolista recién llegado y que no se había metido con nadie. De hecho, Modric sigue sin meterse con nadie porque el lunes le pregunté por la portada del Sport y se echó a reír pero no sacó los pies del tiesto. De forma que es importante explicar el contexto de aquella insultante portada y de aquellas estrafalarias opiniones: querían terminar de hundir a Mourinho y, en aquella ocasión, utilizaron un misil croata. También se dijo, y ayer lo recordaba Paul Tenorio a través de su cuenta de Twitter, que Mourinho dejaría tierra quemada a su paso; la tierra quemada que dejó este moderno Atila portugués se ha traducido en 4 Copas de Europa, 3 Mundiales, 3 Supercopas de Europa, una Liga, una Copa y una Supercopa de España.

A lo que asistimos en realidad en Londres no fue a la entrega de un premio futbolístico sino a la escenificación de la justicia poética, ese tópico literario en el cual la bondad y la virtud son finalmente premiadas y la maldad castigada, sin que las primeras sean una causa lógica de la segunda. Seguro que Modric no ha buscado jamás callarle la boca a nadie... pero lo ha hecho. Lo ha hecho jugando extraordinariamente bien al fútbol. Ha jugado tan bien al fútbol Modric que los capitanes y entrenadores de todas las selecciones nacionales de federaciones afiliadas a la FIFA a lo largo y ancho de los cinco continentes, además de los aficionados a través de Internet, han decidido elegirle como el mejor futbolista del año 2018 por delante de jugadores tan relevantes como Cristiano Ronaldo o Messi. Es más, ha sido este futbolista humilde el que ha roto la dinámica de premios a CR7 y Leo, a Leo y a CR7. Y lo ha hecho con un discurso en el que se ha acordado de su familia, ha hecho llorar a su mito Boban y, en un perfecto español, se ha mostrado agradecido a su club, que es el Real Madrid, y a sus aficionados. Entre tanto "yoísmo", Modric supone un soplo de aire fresco y, si me lo permitís, también poético porque, al final, gana el bueno, cuestión ésta que no suele ser demasiado habitual ni en el fútbol ni en la vida en general. Más que para tapar las vergüenzas, el The Best de anoche sirvió para todo lo contrario, para destaparlas, para airearlas, para descubrirlas. Y, repito que sin él pretenderlo, Lukita, queridos, os dejó con el culito al aire.

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