No se sabe muy bien ni cómo ni por qué (bueno sí, la portada de hoy del diario Marca en la que el "sabio" vuelve a sacar la ametralladora dialéctica) el affaire Luis Aragonés-Raúl González Blanco, todo un clásico del fútbol español, volvió a cobrar actualidad anoche en Futboleros debido a las declaraciones del ex seleccionador nacional de fútbol. Lo que yo quiero decir al respecto ya lo he dicho y escrito aquí mismo a lo largo y ancho de todo este tiempo, aunque hoy añadiré el dato de que Raúl dejó de ir a la selección un 6 de septiembre de 2006 y que nunca, jamás, en ningún momento a lo largo de todo este tiempo ha sacado ni una sola vez los pies del tiesto en este asunto o se ha referido en público a Luis de forma poco respetuosa. No hay más que ver las últimas declaraciones (de ayer también) del gran 7 de España para observar el cariño con el que habla de su equipo.
Al contrario sí ha sucedido; a Luis le pillaron en su día con el carrito del helado, y no de fresa precisamente, cuando el tema estaba todavía calentito y crujiente, en varios renuncios y, aunque con el paso de los años el asunto ha ido perdiendo actualidad, tuvimos que asistir al bochornoso espectáculo de contemplar cómo el hombre de la personalidad arrolladora, el hombre al que no le cabe el pelo de una gamba, el hombre que no se casaba con nada ni con nadie se veía en la triste y penosa obligación de tener que ofrecer su subjetiva versión de los hechos a través de sus amiguetes de la prensa, una serie de interlocutores a quienes yo, con infinitas dosis de generosidad por mi parte, sólo bauticé como satélites; eran algo más que eso, por supuesto, pero no quiero ponerme desagradable a estas alturas de la película.
Por cierto que tampoco es que Luis estuviera demasiado elegante y fino con su colega Del Bosque durante el pasado Mundial, más bien al contrario; luego Vicente, en vez de tomarse justa venganza, le devolvería cariño y elegancia por cada uno de sus múltiples desagravios. Yo sé por qué los satélites de Luis creen que el ex seleccionador "cortó" a Raúl, Míchel Salgado y Cañizares, lo he oído cientos de veces; pero, y ya que hoy mismo Aragonés vuelve a hablar, aunque sin dar nombres, de su terrible batalla contra los egos como de la primera piedra sobre la que se levantó esta nueva selección española de fútbol, sería correcto que el ex seleccionador dejara a un lado a sus traductores y, por una vez, diera él mismo la cara. Lo digo, más que nada, porque a lo mejor Raúl, Salgado o Cañizares quieren dar una versión distinta a la ofrecida por los Cantores de Híspalis del señor Aragonés.