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El penúltimo raulista vivo

Luis Suárez: una barra libre muy peligrosa

Cuando no muerde a alguien, como en la Premier, finge que le han tocado dentro del área y cae desmayado como partido por un rayo o deja los tacos por si hay por medio carne para picar, Luis Suárez insulta a todo bicho viviente, y además lo hace con cajas destempladas, gustándose en cada "hijo de puta", que pronuncia con todas las letras, en cada "la concha de tu madre", gesticulando mucho, salivando como ante un buen solomillo con patatas, haciéndose notar. El 9 del Barça es, para que nos entendamos, un Capitán Haddock pero sin ninguna gracia y, por supuesto, sin el punto entrañable que tiene el inseparable compañero de Tintín. Los insultos de Haddock son muy simpáticos: "¡Anacoluto, mameluco, Mussolini de carnaval, chafalotodo, sietemesino con salsa tártara!"; los de Suárez, sin embargo, son repugnantes.

Si yo tuviera un hijo en edad escolar le prohibiría ver los partidos del Barça o, como mucho, les quitaría el sonido. Pero ya digo que incluso en silencio, Suárez se recrea en cada vejación, ya sea al juez de línea, al árbitro o a un rival, y es muy complicado no imaginar lo que en realidad está diciendo porque, además, el tipo interpreta. Llegados a este punto habrá que convenir que la terapia a la que sometieron a este chico no funcionó o, por mejor decir, derivó hacia otro tipo de explosividad barriobajera. Es cierto que ya no muerde a sus adversarios, pero ahora se ha convertido en una especie de intratable demonio de Tasmania, un ogro verde que va por los campos de España arrastrando la imagen del Barça por el fango. Ver a Suárez en una campaña a favor del juego limpio es un oxímoron total y absoluto.

Pero a Suárez le salva que es un extraordinario jugador. Insulta... pero es un extraordinario jugador. Finge... pero es un extraordinario jugador. Agrede... pero es un extraordinario jugador. Un extraordinario jugador que aquí, en la Liga española, ha encontrado su particular paraíso en la tierra puesto que le dejan campar libremente a sus anchas. Pasado mañana hará dos años que al Barça no le pitan un penalti en contra, dos Ligas enteras; pues bien, el 9 del equipo azulgrana tiene un salvoconducto similar, sólo que en este caso para hacer lo que a él le dé la real gana. A esto es a lo que me refiero cuando digo que para el Barça hay un reglamento y para el resto hay otro totalmente distinto. Aquí ya no se dice "hasta el próximo partido" sino "hasta el próximo insulto de Suárez". Barra libre para el uruguayo.

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