No es casual que el martes Luis Rubiales fuera trending topic en Twitter, o sea tendencia en una de las redes sociales más potentes. La gente hablaba mucho del presidente de la federación porque, del mismo modo que si llegas a una habitación y ves tres ceniceros con muchos cigarrillos apagados llegas a la conclusión de que ahí vive alguien que fuma, los aficionados sumaron 2 más 2 y el resultado fue... Luis Rubiales. ¿Y por qué la suma de 2+2 dio Rubiales y no 4? Muy fácil: los aficionados cogieron por un lado la fase de clasificación para el Mundial que la selección hizo con Lopetegui en el banquillo, una fase de clasificación perfecta; por el otro los dos partidos de Luis Enrique, con baño a Inglaterra en Wembley y baile a Croacia en Elche incluídos; y, entre medias, encajaron la pieza del desastre del Mundial. ¿Cómo se puede explicar que un equipo que jugó bien hasta mayo y ha vuelto a jugar bien desde septiembre lo hiciera tan rematadamente mal en junio? ¿Qué pasó ahí?
Lo que pasó ahí, evidentemente, es que Rubiales destituyó a Lopetegui por un ataque de cuernos. Lo que sucedió es que el presidente de la federación española de fútbol antepuso su interés personal al general. Lo que ocurrió, en definitiva, es que Luis Rubiales cedió a las presiones que debió recibir y utilizó el fichaje de Julen por el Real Madrid para lanzar un mensaje de por dónde iba a ir su presidencia. ¿Fue legítimo? Por supuesto que lo fue, de hecho para eso han colocaron ahí a Rubiales, para que tome sus propias decisiones. ¿Fue acertado? A la vista está que no lo fue porque es de todo punto imposible que un equipo con esencialmente el mismo grupo de futbolistas pase de repente a jugar rematadamente mal al fútbol. Por eso, porque la policía no es tonta, la afición hiló y señaló a Luis Rubiales como el gran culpable de lo que ocurrió en Rusia.
Yo creo a Luis Rubiales cuando asegura que no consultó con nadie aquella estrambótica decisión, pero también estoy convencido de que Rubiales recibió muchas llamadas durante aquellas horas, muchísimas, y que todas trataron de influir. Y estoy casi convencido de que la mayoría de llamadas que él no hizo para consultar su decisión pero que sí recibió iban en la misma dirección, o sea en la de la destitución de Julen Lopetegui. Y, aunque esto no es información sino opinión pura y dura, también estoy convencido de que entre aquellas llamadas hubo alguna de algún comunicador, que tampoco es un delito. Entre que Rubiales ya tenía la decisión casi tomada y que en esas horas habló con mucha gente, y que la mayoría de la gente con la que habló le diría que tenía que cortarle la cabeza a Lopetegui, al actual entrenador del Real Madrid, por serlo del Real Madrid y no de cualquier otro club, le pusieron la cruz. Y, poniéndosela a Lopetegui, Rubiales, que el martes fue trending topic después del 6-0 ante la subcampeona del mundo, se la puso de paso a la selección.
La afición tiene la sensación de que en Rusia, y tal y como le quedó el cuadro a España (que era, cuando menos, un camino cómodo) se perdió una ocasión única. Y a mí me parece que esa sensación es correcta: perdimos una buena ocasión de hacer un gran papel en un Mundial, competeción que habrá que esperar al menos otros 4 años para volver a disputar. Y la afición retrató a Rubiales en Twitter porque le sigue considerando el máximo culpable de lo sucedido y continúa creyendo que, no haciendo nada, no tocando nada, no moviendo ninguna pieza, a España le habría ido mucho mejor. Porque, y esto que quede entre ustedes y yo, la evolución de Luis Enrique aún no da para tanto en menos de dos semanas, ¿no?...