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El penúltimo raulista vivo

Los Ringling del Bayern

Cuando Uli Hoeness salga de la cárcel probablemente ya esté acabado el nuevo estadio Santiago Bernabéu. Del actual dijo el ya dimitido presidente del Bayern de Múnich que acabaría siendo embargado por cualquier agente judicial cuando el Real Madrid ya no pudiera seguir haciendo frente a sus deudas. Pero han sido las deudas propias y no las ajenas, y mucho menos las del Madrid, las que acaban de conducir a la ruina a Hoeness, que siempre tuvo entre ceja y ceja al club blanco. Hoeness pasará los próximos tres años y medio entre rejas por evadir casi 30 millones de euros en impuestos. Leída ahora, una de sus frases dirigida como un misil directo a la línea de flotación merengue, resulta profética en sentido inverso: "Tanto va el cántaro a la fuente que... Permitamos que sigan yendo a la fuente, ya van a ver cómo se rompe". Pues sí, el cántaro se rompió, la fuente saltó por los aires hecha añicos y hasta la conocidísima cervecería Hofbräuhaus ha debido sufrir un movimiento sísmico de 8,5 grados en la escala Richter.

Se equivocará quien pretenda encontrar delectación en mis palabras porque no la hay. No debe resultar agradable que a uno le priven legalmente de su libertad, tampoco para un delincuente. Pero nadie podrá negarme que resulta ciertamente paradójico que Uli Hoeness, que llevaba mucho tiempo siendo la señorita Rottenmeier del madridismo o, si lo prefieren, un grano en el culo merengue, haya caído en desgracia justamente por aquello que criticaba en los demás. Recuerdo que en otra de esas ocasiones en las que a Hoeness se le ocurrió que sería divertido demostrar en público su carácter impulsivo, jovial e informal poniendo de nuevo en evidencia al Real Madrid, dijo del mejor club del siglo XX según la FIFA, que era "un circo". Pues bien, para circo el del Bayern, pero no uno cualquiera, no, el mejor, el de los hermanos Ringling.

Lo primero que hizo Pep Guardiola (otro ejemplo de moralidad y buenas costumbres) nada más conocer el encarcelamiento de Hoeness fue decir que era su amigo del alma. Claro, lo entiendo, Hoeness fue el principal traidor de Heynckes en la ópera bufa encaminada a colocar ahí al ex del Barça que, como ya quedó oportunamente demostrado, mintió en su día cual bellaco al afirmar que no sabía nada del Bayern cuando el pastel de su fichaje por los alemanes ya estaba en el horno. Lo sabía, vaya que si lo sabía. Tanto lo sabía que luego su representante no tuvo el menor empacho en reconocer que el acuerdo estaba cerrado desde hacía meses, con Jupp por supuesto aún de cuerpo presente y, todo sea dicho de paso, ganándolo todo. Beckenbauer, que ahora se queja del fútbol anodino de su entrenador, fue otro de los que conspiró, de forma que en su pecado lleva la penitencia el káiser. Hoeness en la cárcel, Beckenbauer bostezando y Guardiola formando tándem independentista con Dyango. Los hermanos Ringling del Bayern. Sólo faltan el hombre bala y la mujer barbuda. Todo llegará.

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