En León, plaza culé, le pitaron los oídos a Gerard Piqué. Le pitaron por lo que el defensa del Barça dice habitualmente... y también por lo que no suele decir jamás. Piqué, por ejemplo, no dice nunca que se siente orgulloso de ser español, que ama a su país, que quiere a España, pero sin embargo no tiene el menor inconveniente en deslizar la idea de que detrás de los insultos al Rey y al himno nacional se esconde la justa reivindicación del sojuzgado e incomprendido pueblo catalán, aplastado por la opresiva bota estatal y, sobre todo, por "Madrid, el conceto". La dignidad que no tuvieron el otro día en el palco del deshonor del Camp Nou nuestros representantes la derrochó ayer el público leonés, que no cambia Mundiales ni Eurocopas por dignidad y patriotismo.
En los pitos a Piqué hubo de todo, claro que sí, pero el denodado esfuerzo que hicieron los padres putativos de La Roja por tratar de convencernos a todos de que el abucheo era debido al comentario de Kevin Roldán y no a la indefinición del jugador acabó resultando patético. Lo que sea con tal de ocultar una triste realidad nacional actual, y es que hay jugadores que, como pasó con Guardiola y con Xavi y sucede ahora con Piqué, llevan muchísimas veces la camiseta de España, sí, pero después de la ducha juegan al "si, pero..." Responsabilizar de lo sucedido al público leonés, que es lo que tuve que escuchar ayer, entre indignado y atónito, en algunas emisoras de radio, significa que hay quienes sí cambian títulos por dignidad y, lo que es peor, ocultan la verdad para no incomodar a algunas estrellas.
La gente está harta y punto. Harta. Hay muchos españoles que están cansados de que la cuerda se rompa siempre por el lado más débil, que no es nunca el de los independentistas. Lo que, indefenso, hizo ayer el público que asistió al Reino de León fue tomarse la justicia por su mano debido a la inacción de quienes, teniendo que agarrar el toro por los cuernos, no hacen otra cosa que refugiarse en el burladero. Del Bosque, sin ir más lejos, tiene un ático allí, en el burladero, un ático desde el que el señor marqués se permite el lujo de pontificar y hablar de odio entre territorios. El seleccionador nacional es en parte responsable de lo ocurrido con Piqué en el España-Costa Rica e interpreto que su bonhomía personal, de la que jamás dudaré, empieza a perder peso ante la opinión pública cuando en la balanza la enfrentas a su mansedumbre institucional.
"Quien pita a un jugador pita a la selección". Vale. De acuerdo. ¿Y quien pita al Rey, a quien pita, Vicente? ¿Y quien pita al Rey y al himno nacional delante del seleccionador de España, a quién está pitando, Vicente?... Quien pita al Rey y abuchea el himno nacional está pitando y abucheando aquello que representan, y Felipe VI y el himno representan a España, país del cual tú eres seleccionador. Y lo que tiene hasta el moño al personal, y no sólo al de León, querido Vicente, es que tú pongas cara de Ostracion cubicus, o sea de pez cofre, cuando insultan a nuestro Rey, y saltes como un león herido cuando pitan a Piqué. Algún día, dentro de muchos años, cuando ya no estés en ese cargo, ya me explicarás si quieres en qué momento te perdiste y por qué lo hiciste. Si tengo que venir yo a explicarte a tu edad que hay pitos de primera y de segunda, y que no es lo mismo pitar a un Rey que a un defensa central, apago y me voy. Hasta mañana, claro.