El término exacto es desesperanza. Eso es, desesperanza. El Real Madrid viene de ganarle la Supercopa de España al Barça, y con exhibición de juego incluída, y la Supercopa de Europa al United, y antes que eso ganó su segunda Champions consecutiva y la Liga número 33. Además, el equipo de Zidane sólo se ha quedado sin marcar en uno de los sesenta partidos ligueros, dejando imbatida su portería en dieciocho de ellos. De los noventa y dos partidos que Zizou ha dirigido desde el banquillo, setenta han sido victorias, quince han acabado en empate y únicamente ha perdido en siete ocasiones. Además, con el 1-0 de Asensio de ayer, el Real Madrid redondeó los setenta partidos oficiales consecutivos marcando al menos un gol y está a tres del récord mundial del Santos de Pelé, un equipillo de poca monta y un jugador insignificante.
Cualquiera diría que el Real Madrid está rozando la perfección. Cualquiera... salvo algunos aficionados del Bernabéu, que, ayer, fieles a su congénita tozudez y esa idiosincrasia que les convierte, no se sabe bien por qué, en el repelente niño Vicente, la tomó con Benzema y con Bale, con quien, antes que ellos, la tomó el periodismo antimadridista. Y esa actitud genera, al menos en mí y supongo que también entre los jugadores y el cuerpo técnico, cierta desesperanza. Porque, ¿qué debería hacer el Real Madrid para tener contentos a los socios o aficionados madridistas que anoche pitaron a dos de sus jugadores? ¿Ganarlo todo? ¿Ganarlo todo siempre? ¿Hasta cuándo? ¿Hasta el infinito y más allá, como decía Buzz Lightyear? ¿Ganarlo todo siempre y hasta el infinito y más allá jugando maravillosamente bien al fútbol durante los noventa minutos? ¿Ganarlo todo siempre y hasta el infinito y más allá jugando maravillosamente bien al fútbol durante los noventa minutos y golear por 4-0? ¿Y luego? ¿Por 5-0? ¿Y luego por 6? ¿Y luego por 7?
A mí no me pareció, como dicen algunos, que el Valencia hiciera un partidazo: se replegó atrás y buscó salir al contragolpe. Y creo que, sin Ramos, sin Cristiano y sin Varane, el equipo blanco fue mejor durante mucho más tiempo que el Valencia. Pero, con bajas sensibles y con un Parejo sensacional, el equipo de Marcelino sacó tajada del Bernabéu, que la tomó con Benzema, que falló increíblemente, y con Bale, que está especialmente desafortunado en este arranque de campeonato. "Dos paquetes", sentenció el tribunal tuitero. Y vuelta a empezar: "Hay que echar a éste", "hay que traer a este otro"... Estamos a otro empate de que aficionados del Madrid digan que Zizou es un gestor de egos, un paracaidista al que Florentino le envía las alienaciones por correo electrónico. La mejor operación del club blanco esta temporada ha sido, sin lugar a dudas, la de situar a la grada de animación detrás de la portería del fondo sur. Porque decididamente los paquetes no están en el campo sino en la grada.