Aún no había acabado de desarmar a Murray, la nueva joya tenística británica, cuando ya empezaban a comparar a Nadal con los mejores jugadores de toda la historia. Rafa es indiscutiblemente el número uno actual y, por si lo anterior no fuera suficiente, ha sabido neutralizar a uno de los tres tenistas con más talento que yo he podido ver en acción a lo largo del último cuarto de siglo: Roger Federer. El suizo y Pete Sampras, probablemente junto al sueco Stefan Edberg, aunque éste un par de escalones por debajo de los dos anteriores, representan la elegancia sobre una pista, mientras que el otro, John Mc Enroe, era la genialidad en estado puro, un intérprete imprevisible. Jimmy Connors, otro de los grandes, era un tenista pasional y explosivo, un hombre que nunca supo rendirse a tiempo. Recuerdo también a Boris Becker, impactante en la red, y a Ivan Lendl, demasiado robotizado para mi gusto aunque propietario de unos golpes prodigiosos.
Me vienen también a la memoria Pat Cash, Goran Ivanisevic, poseedor de un saque terrible, Mats Wilander, a quien un buen día traicionó el coco, Guillermo Vilas... Todos ellos eran magníficos tenistas y algunos, porque sinceramente no creo que Federer se haya ido para no volver, lo siguen siendo, aunque yo me quedo con Björn Borg por muchos y variados motivos, algunos de los cuales supongo que tendrán que ver con la edad que yo tenía cuando Borg estaba en activo y con el puntito melancólico que me entra cuando echo la vista atrás. Es cierto que Borg era una máquina, capaz de llegar a las pelotas más inverosímiles, un hombre extremadamente frío, el primero al que yo vi ejecutar el famoso revés a dos manos, pero el sueco poseía también un talento natural para jugar al tenis. Como le sucede a los más grandes, llegó un momento en que Borg competía con el mito de Borg y aquello acabó por hastiarle.
El otro día volví a ver la final de Wimbledon de 1980 entre Björn Borg y John McEnroe. Los dos tenistas estaban en su mejor momento. Me sorprendí a mí mismo preguntándome si Nadal, Federer, Djokovic o Murray ganarían a aquellos jugadores y, si tengo que ser del todo sincero, la respuesta no me gustó en absoluto. La verdad es que el tenis de 2009 tiene poco que ver con el de los años 80, del mismo modo que aquel tenía poco que ver con el que jugaban Laver o Santana. Las reglas han variado poco, pero la velocidad y la potencia son muy distintas. No diré que se trata de otro deporte pero casi. Con todo, lo mejor que tiene Nadal, además de su forma de ser, es el entorno que le protege. Después de haber vapuleado a Murray en Indian Wells, su tío Toni acaba de decir que Rafa todavía está dos o tres escalones por detrás de los grandes tenistas de la historia. Con la cabeza siempre sobre los hombros, Nadal podrá seguir comiéndose el mundo durante muchos años más.