Lo que no entiende Jorge Valdano es lo que no entiende absolutamente nadie que tenga dos dedos de frente: cómo es posible que Joan Laporta haga por un lado gala de su independentismo y se felicite por la patochada perpetrada en Arenys de Munt y por el otro no ofrezca el más mínimo reparo a que el Fútbol Club Barcelona participe en una Liga nacional española. Porque conviene recordar que la Liga en la que interviene el Barça, y además con rango de protagonista, es española. Como buen independentista, Laporta desprecia a quienes no piensan como él y trata de ridiculizarlos hasta el absurdo; de ahí justamente que, "con el tiempo que lleva viviendo aquí", le parezca mentira que Valdano no haya entendido todavía lo que ocurre en Cataluña. Pero yo, que al menos llevo viviendo aquí el mismo tiempo que Laporta, tampoco lo entiendo. ¿Seré idiota o lo será Laporta?
Lo que no entiendo yo, y probablemente ningún argentino, y no sólo el director general madridista, a quien trataras de explicárselo con mucha calma y mucho detenimiento, es por qué Laporta no lleva hasta sus últimos extremos la ideología de la que va presumiendo por ahí y propone, por ejemplo, una Liga de fútbol catalana y retira inmediatamente al primer equipo del Barça de todas las competiciones españolas. Habrá quien diga que Laporta no puede hacerlo porque no es eso lo que quieren los socios del Barcelona, pero lo cierto es que Laporta intervino ayer en la Diada en calidad de presidente del Barcelona y dijo que si los independentistas se unieran serían invencibles. De ser cierto, y yo también lo pienso, que la inmensa mayoría de culés no participan de las extravagancias laportistas, lo cierto y verdad es que le están dejando hacer hasta unos límites ciertamente peligrosos.
Lo que no entendemos ni Valdano ni un servidor es por qué Laporta se acuerda (para muy mal) del Madrid en cuanto tiene la más mínima ocasión. Joan Laporta lleva tantísimo tiempo sirviéndose del magnífico club que preside para sus asuntos independentistas que quizás haya muchos barcelonistas que no recuerden que hubo un día no muy lejano en que eso no fue así. Es más, eso no debe ser así. No es triste que Jorge Valdano no entienda algo que resulta incomprensible, lo que sí resulta tristísimo es que nadie reaccione ante la utilización perversa de un club tan grande para unos asuntillos tan pequeños como los de Joan Laporta. A él le habría gustado poder votar en Arenys de Munt y yo reivindico el derecho de los habitantes de Moratalaz a llevar a cabo un referéndum para que todos seamos Brad Pitt. ¿A que tampoco eres capaz de entender eso, Valdano?