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El penúltimo raulista vivo

Lo que no entiende Pardeza

Lo que no entiende Miguel Pardeza (y si lo entiende se lo calla para no seguir alimentando un debate absolutamente artificial y que es fruto de los complejos futbolísticos de Laporta) es que, históricamente hablando, el Fútbol Club Barcelona ha perdido todos y cada uno de los pulsos deportivos que ha decidido echarle al Real Madrid. El primero, como ya ha quedado aquí mismo reseñado en varias ocasiones, fue el fichaje de Di Stéfano. La de la "saeta" es una herida por la que aún continúa sangrando más de medio siglo después el barcelonismo porque en la ciudad condal tienen la impresión, yo creo que bastante fundamentada, de que si el argentino hubiera firmado por el Barça hoy la historia sería justamente al revés y el club azulgrana habría sido elegido por la FIFA, y con más tardanza y menos relevancia por la Federación de Historia y Estadística del Fútbol, como el mejor equipo del siglo XX.

Otro pulso, muchos más reciente pero quizás más significativo, perdido por el Barça fue el de Luis Figo, convertido hoy en la bicha culé. El portugués era el nuevo Johan Cruyff, un hombre adorado e idolatrado en el Camp Nou, y a pesar de ello un candidato a la presidencia del Real Madrid, ni siquiera el presidente, se lo quitó a Gaspart delante de la cara. No es en absoluto extraño que el ex presidente azulgrana pidiera el voto para cualquiera que no fuera Florentino Pérez. F.P. puso el listón tan increíblemente alto, y aquí es cuando llega otro pulso más perdido por los azulgrana, que en Barcelona no se creyeron que el Madrid no iba a pegar un pelotazo con Iniesta o Messi hasta que no se cerró el plazo de fichajes. Aún así no las tienen todas consigo y Laporta quiere colocarle a Messi el clausulón del siglo para impedir que Florentino haga de las suyas con él de presidente del máximo rival.

¿Otro pulso perdido?... En la temporada más importante del Barcelona a lo largo de toda su historia, en el año del triplete, Laporta estaba hablando del Real Madrid a los treinta minutos de haber conseguido semejante proeza. De hecho, el triplete ha pasado inadvertido porque Laporta ha estado más preocupado de los fichajes imperiales de Florentino que de su propia gesta deportiva. Esto que voy a decir es sólo una intuición: en el fondo, muy en el fondo, yo creo que a Laporta, que es un hombre profundamente vanidoso, le habría gustado nacer en Madrid y acabar presidiendo el Real para así lograr ser considerado por todos como el indiscutible número uno. Ese es, por cierto, otro pulso perdido por Joan Laporta que se ve obligado a conformarse con ir repartiendo pins por la Diada. Lo que no entiende Pardeza es que Laporta necesita al Real Madrid para venderse como candidato a la alcaldía, que es, por cierto, lo que creo que lleva persiguiendo desde el día que fundó el Elefante Azul. ¿Entendido?

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