Lo de Godfrey Chitalu empezó a correr como un auténtico reguero de pólvora a última hora del lunes. Al parecer Ucar, que es como le conocían en Zambia, había marcado 107 goles en 1972, superando en más de 20 el espectacular registro de Messi en 2012. En primera instancia el asunto pudo sonar a burla pero según iban transcurriendo las horas el "caso Chitalu" fue cobrando forma: ya no era un fake, tal y como iban cacareando por ahí algunos barcelonistas indignados, ni sus goles habían sido tampoco el invento de un graciosillo que había entrado en la Wikipedia; Elisha Banda, presidente de la Asociación de Aficionados al Fútbol de Zambia, exigía que la FIFA reconociera los 107 goles de su héroe y además dirigía los misiles dialécticos donde él sabía que haría más daño a Joseph Blatter: la falta de reconocimiento no se debía a que los goles no pudieran ser acreditados sino a que el récord se había logrado en un país africano.
Resulta que al máximo precursor de la universalización del fútbol le colocaban contra las cuerdas por algo tan políticamente incorrecto como distinguir entre países de primera y de segunda. Está clarísimo que las Ligas africanas no tienen ni de lejos el potencial de la española o de la alemana y que la dificultad para marcar allí un gol no es la misma que para lograrlo aquí, pero, a diferencia de la Bota de Oro que sí tiene un método que trata de compensar esas diferencias mediante un sistema de puntuación, el récord de goles es un récord de goles aquí... y en Zambia. No creo que a Blatter, que acaba de organizar un Mundial en Sudáfrica, que lleva 40 años sin bajarse del coche oficial y que vive única y exclusivamente de su imagen pública, le haya hecho demasiada gracia que le pongan en evidencia por un asunto presuntamente menor.
Pero Zambia es una cosa y Brasil otra distinta. Flamengo piensa acudir también a la FIFA por los 89 goles de Zico en el 79. Los directivos del Fla aseguran tener documentación que acredita el récord del Pelé blanco y advierten que lucharán hasta el final para que se reconozca el hito de su estrella. Un madridista amigo mío me decía en broma el otro día que estaba convencido de que, tal y como está el patio, si Cristiano volvía a repasar con detenimiento todos y cada uno de sus goles de 2012 al final habría superado también el récord de Messi. De forma que lo que en principio empezó siendo un simple chascarrillo puede fastidiarle al argentino la prueba de más valor de cara a su candidatura al Balón de Oro, premio que por cierto le fue concedido al kaiser Beckenbauer cuando Müller se convirtió en el máximo artillero mundial... Chitalu mediante.