Salvo contadísimas excepciones, que son por supuesto bienvenidas, la querella contra Leo Messi y su padre por un supuesto fraude de 4,1 millones de euros a Hacienda en sus declaraciones de IRPF correspondientes a 2007, 2008 y 2009 ha sido festejada por el madridismo como si de un título se tratara y considerada por los barcelonistas casi como una afrenta personal. Y no es eso, no lo es. Por mucho que el mundo del fútbol lo simplifique todo, por mucho que pretendamos trasladar este presunto escándalo a la rivalidad Real Madrid-Barça, la fiscal de Gavá no es el nuevo fichaje de Florentino Pérez ni tampoco un submarino que pretenda torpedear a la estrella culé sino una profesional puntillosa que ha sorteado uno por uno todos los obstáculos que han salido a su paso con el único objeto de seguir el rastro del dinero.
Si Messi ha defraudado, que eso aún está por ver, lo habrá hecho a culés y a madridistas, a sevillistas, a béticos, a valencianistas... absolutamente a todos. Claro que siempre habrá que contar con un sector ultra que pase por alto las faltas de los suyos para incidir en las ajenas, del mismo modo que se producen en los campos insultos racistas contra los jugadores del rival obviando que en el propio equipo también hay jugadores negros. Ayer hubo incluso un ex vicepresidente azulgrana que puso en solfa a través de Twitter al Ministerio Público deslizando que estaba obsesionado con marcar a Messi y liberar, por ejemplo, a Cristiano. Penoso. Lamentable. ¿Cómo llegó ese tipo a la junta directiva culé? ¿Cómo llegó otro que nos llamó chorizos a los españoles por el mero hecho de serlo?... Muy mal.
Ahora hay que esperar pero la reacción de Leo, desmintiéndolo todo a través de las redes sociales, o de su padre, enviando un par de SMS a Futboleros, carece de la necesaria contundencia que uno esperaría de un caso tan grave como éste. Mi compañero David Sánchez dijo anoche que, tras consultar a diversas fuentes, lo mejor que podía hacer el astro argentino era pagar y callar. Y, aunque el Barcelona esté evidentemente al margen de todo el lío, se echa también alarmantemente de menos la reacción de un club tan proclive a meterse donde no le llaman, por ejemplo en los lavabos del estadio Santiago Bernabéu. Me gustará saber la opinión de Xavi sobre esto, la verdad. Querría que le preguntaran en plena concentración de España. Y al final, si acaba confirmándose que han pillado al argentino con el carrillo del helado, su delito, presunto por ahora, será la constatación de que Messi jamás fue el santo niño de Moronacocha tal y como algunos quisieron hacernos ver.