El otro día le preguntaron a Luis Aragonés cómo se llamaba el portero de "Lichichí". "No sé", respondió de manera escueta el seleccionador. La periodista le puso a renglón seguido en el brete de tener que situar sobre el mapa a sus dos próximos rivales. Prefiero correr un tupido velo por el amargo resultado de tan extraña experiencia. Sólo les diré que Luis reclamó, medio en broma y medio en serio, la inmediata presencia de su amigo Marina en Las Rozas, y que el resultado de la lección de geografía del seleccionador se asemejó más al mapa redibujado tras el Tratado de Versalles que al de la actual Unión Europea. Aunque, en el fondo, tenía razón. ¿Para qué le sirvió saber que Fabien Barthez era el portero de Francia en el Mundial del año pasado? Absolutamente para nada. Como decía Goethe, "con el conocimiento se acrecientan las dudas". Y no está precisamente el Grupo F como para andarse con demasiadas dudas.
Que levante la mano quien pensara el sábado por la mañana que España se iba a dejar un punto, uno sólo, en sus enfrentamientos contra Letonia y "Lichichí". A ver, a ver... No veo ninguna mano levantada. Habría sido tal el escándalo si la selección no se hubiera llevado la victoria ayer del Skonto Stadium, habrían arreciado de tal forma las críticas y la situación se habría vuelto tan insoportable, que a Luis no le habría quedado otro remedio que volver a poner en funcionamiento una de sus conocidísimas dimisiones exprés: me voy el domingo a las once, después del desayuno, y vuelvo el lunes a las tres, justo a la hora de comer. No llegó, afortunadamente, la sangre al río y, gracias a un gol de Zakresevskis en propia puerta y otro de rebote logrado por Xavi, España consiguió la victoria. Es tal el potencial letón que su seleccionador, un tal Starkovs, se puso a hacer cambios en el minuto 86 con el objeto de no encajar más goles.
El hecho es que la selección se ha complicado tanto la vida que ayer no jugaba sólo en Riga sino que lo hacía también en Copenhague. Dinamarca y Suecia empataban a tres goles, un resultado que no era malo para nosotros, cuando Fandel pitó en el minuto 89 un penalti a favor de Suecia y expulsó a Poulsen por golpear a Rosenberg en la boca del estómago. Un loco saltó al campo y agredió a Fandel por lo que éste suspendió en el acto el partido dándoselo por ganado a Suecia por 0-3. La UEFA deberá corroborar la decisión del árbitro alemán antes del miércoles, pero nadie duda que dará la razón al colegiado. Luis, que achacó falta de ambición a sus jugadores, dijo al final del partido lo siguiente: "lo que nos interesa es que se reanude el partido y el portero de Dinamarca detenga el penalti". Y a todo esto, ¿cómo se llama el portero danés?