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El penúltimo raulista vivo

Le toca a Florentino

Este domingo Zinedine Zidane defendió a sus jugadores. Nunca es tarde si la dicha es buena porque al fin, y a pregunta de Edu Aguirre, el entrenador del Real Madrid mostró en público que cuando le pinchan sangra como los demás y pidió respeto para sus futbolistas. Treinta y cuatro jornadas han tenido que pasar para que el entrenador del Real Madrid dé la cara por sus jugadores, treinta y cuatro, mientras que otros lo llevamos haciendo desde el primer día. Lo dije hace un mes: esta presión iría in crescendo, y así ha sido y, al final, alguien tan absolutamente templado y de un perfil tan señorial y distante como el de Zizou ha tenido que salir a pedir respeto. Pero, querido Zidane, la noticia te la adelanto yo: no lo tendrás. No vas a tener el respeto que exiges, te lo van a seguir faltando tanto a ti como a tus jugadores y, ¿sabes por qué? Pues esto va a ser así porque el Real Madrid nunca, jamás defiende a los suyos, y no hay más que ver a Emilio Butragueño, que cada día que pasa se parece más a monseñor Ricardo Blázquez.

Pero, y por mirar todo este asunto con cierta perspectiva, lo bueno que tiene la situación para el cardenal Zidane, para monseñor Butragueño y para los futbolistas es que ahora la pelota ya no está en su tejado. Cuando Setién dijo que había cosas que ellos no podían controlar, Zidane debería haberle salido al paso pero no lo hizo; cuando lo hizo Piqué, debió hacerlo Ramos, pero el capitán no lo hizo; cuando lo hizo Amor, lo normal es que le hubiera respondido Butragueño. Pero después de las declaraciones de anoche de José María Bartomeu dejando claro que el VAR beneficia al Real Madrid, ahora la pelota está en el tejado de su igual, que no es otro que Florentino Pérez. Ya no es misión de Zidane, ni del capitán, ni del portavoz eclesiástico, ahora es misión del presidente del Real Madrid Club de Fútbol. Es su misión, Florentino.

De la desesperación que tienen ahora mismo en Barcelona habla bien a las claras el nivel de presión, que es máximo. Yo no recuerdo unas declaraciones similares a las de Bartomeu, que se siente con la soga deportiva al cuello y que tiene que justificar una temporada que huele a fracaso. Si Bartomeu dice esas cosas es en primer lugar porque puede decirlas, o sea porque se sabe impune, y en segundo lugar porque sabe que es efectivo hacerlas. Y aquí conviene traer a colación nuevamente las declaraciones de Alfonso Godall, ex vicepresidente culé con Laporta, que dijo lo siguiente a La Sexta hace 8 años: "Las buenas relaciones con la federación y con el comité de árbitros nos ayudaron por ejemplo en el saldo arbitral, en el balance entre decisiones favorables y desfavorables". O sea, y traducido al román paladino, lo que vino a decir Godall es que el Barcelona de Laporta, que por cierto votó por Ángel Villar, lloró y acabó mamando de la teta nutricia federativa, que fue generosa con el club catalán: "¿Qué más quieres que te dé, Sandro, si ya te lo he dado todo?"

Y eso es lo que, conociendo como conoce perfectamente el percal, busca ahora Bartomeu. Y eso es lo que no puede consentir de ningún modo Florentino Pérez que vuelva a encontrar el presidente del Barcelona. No creo que quede ninguna duda acerca de lo que pienso de Florentino, para mí indiscutiblemente el mejor presidente que ha tenido el Real Madrid a lo largo de toda su historia y tan sólo por detrás de Santiago Bernabéu. Florentino ha consolidado la marca Real Madrid, ha colocado unos sólidos cimientos económicos que perdurarán durante muchos años en el club, ha levantado la nueva ciudad deportiva y está en la tarea de poner en pie un nuevo estadio, que conociéndole será la envidia mundial. Florentino Pérez es un hombre de trato afable pero de mucho carácter, de otro modo no se entendería que esté donde está. Y de convicciones firmes. Una de esas convicciones es la de que el Real Madrid no debe entrar en polémicas.

No es baladí la elección histórica de aquellos que siempre le han rodeado: Jorge Valdano, que no se mojaba ni debajo de la ducha; Zinedine Zidane, Emilio Butragueño, José Ángel Sánchez... En pocos jardines se habrán metido ninguno de ellos. José Mourinho fue la excepción a esa regla y así pasó, que al portugués le partieron la cara por varios sitios mientras que el resto del club bailaba el kasachok tan tranquilo. Pero nunca antes de ayer se había visto nada igual, un presidente del Barcelona faltando al respeto a todo el madridismo, a su presidente, directivos, entrenadores, jugadores y, por supuesto, aficionados. Esto ya no es responsabilidad de monseñor Butragueño, no, esto le sobrepasa, esto le excede, esto le toca al que manda, al número uno. Esto le toca al papa. Y no porque esté en juego una Liga sino porque está en juego eso que le preocupa tanto y que le roba tantas horas de sueño, la imagen del club. Te toca, Florentino.

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