En el imaginario colectivo español ha quedado indeleblemente grabado que la selección española de fútbol doble campeona de Europa y campeona del mundo no es únicamente un magnífico equipo capaz de deslumbrar a sus rivales con su juego sino también un grupo de buenos chicos, chicos modélicos y ejemplares, chicos que jamás en su vida han roto un plato ni lo romperán y que cuando pierden dan la mano, como por cierto hacía antes el Real Madrid. Es falso, claro. Y con esto no quiero decir en absoluto que los internacionales españoles no sean buenos chicos (no disfruto de su amistad) sino que es imposible ganar un Mundial y dos Eurocopas sólo con filigranas. Estoy tan convencido de que Arbeloa, Piqué, Ramos, Puyol, Alba, Albiol y compañía son tan buenos chicos en su vida privada como de que sobre el terreno de juego no reparten adoquines del Pilar precisamente y no conocen ni a su padre.
A la teoría de que esta España no es únicamente ganadora sino que además está integrada por ex componentes del grupo musical Viva la gente ha contribuido decisivamente el comportamiento beatífico de Vicente del Bosque, siempre presto a expulsar cualquier vestigio de maldad sobre la faz de la tierra, pero también ha ayudado sin duda un amplísimo sector del periodismo deportivo español, amanuense en muchos casos del guión angelical previamente ideado por el seleccionador nacional. De ahí que la mera insinuación de que Diego Costa, que es un hombre de carne y huesos que golean y no un querubín que toca el arpa, un tío con sus virtudes y con sus defectos y no un ser inmaterial o espiritual, pueda ir al Mundial vistiendo la camiseta de nuestro equipo nacional haya provocado de repente una reacción tan airada entre tanto cursi, petimetre y remilgado.
¿Cómo va a convocar San Vicente a Diego Costa cuando éste escupe a los rivales?... Lo que habría que empezar diciendo es que, si por escupir fuera, Del Bosque tendría que dejar en casa a más de diez, y en especial a uno que llegó a echarle un gargajo y por la espalda ni más ni menos que al delegado de la federación española de fútbol. Diera la impresión de que hasta que Costa no tome los hábitos y pase a convertirse en Sor Colombina del Amor Puro no habrá tutía y Las Virtudes no dejarán en paz al chaval. Porque en España estaremos en crisis económica y moral, sí, pero está claro que además de la democracia y el fútbol hemos inventado las buenas maneras. A mí, ya lo he dicho otras veces, Costa me encanta y querría tenerle siempre en mi equipo. Siempre. La llamada de Del Bosque, si es que llega, se habrá producido tarde y, como pudimos comprobar ayer, mal. Si Scolari no se lo lleva, quedémonoslo nosotros. Ya le evangelizarán más tarde.