Quien está en una alarmante baja forma es Luis Aragonés, no Raúl. Una semana antes de que hiciera pública la lista de jugadores convocados contra Suecia, el seleccionador nacional mandó por delante a los muchachos de Canal Plus con la misión clara de que nos hiciera más digerible la noticia de la ausencia del capitán del Real Madrid. Si hemos de fiarnos de sus "interlocutores válidos", Raúl no volverá a jugar nunca más mientras Luis ocupe ese banquillo. Oleguer tiene más posibilidades que él de volver a la selección. Esa es la España que queremos. Tan sólo veinticuatro horas antes de que se supiera la lista, las cotorras de Luis empezaron a decir que el madridista había tenido un comportamiento poco menos que deleznable en el pasado Mundial. Preguntado por dicha cuestión en la rueda de prensa ofrecida el viernes, Luis negó que hubiera tenido ningún problema con el capitán. Pero el daño ya está hecho. Raúl se cae de la lista y además queda retratado para la posteridad como un mal compañero y un jugador desleal.
Llaman la atención tantas cosas. Llama la atención, por ejemplo, que Raúl sea la única víctima propiciatoria de una gili-revolución que tiene como principales beneficiarios a Capdevila y Angulo. No sólo le señala sino que también le humilla. Y lo hace cuando, según todos los especialistas consultados, el futbolista está remontando por fin el vuelo. Tanta incongruencia, tanta irreflexión y tanta injusticia sólo pueden alimentar la leyenda de que, efectivamente, a Luis y a Raúl les separa un problema estrictamente personal. No paran de repetirlo las cotorras del seleccionador, pero luego es desmentido tajantemente por el propio Luis. Raúl niega en una entrevista que ha concedido a "El Mundo" que él haya sido jamás un conspirador de vestuario. Lo desmiente Raúl. Lo niega Luis. Y sin embargo no dejan de corearlo sus cotorras.
El viernes me propusieron que iniciara una recogida de firmas para que Raúl fuera convocado por ley para la selección nacional. Me lo estoy pensando. Aún nos queda el Tribunal Constitucional. Y luego el Tribunal Internacional de La Haya. Hubo incluso quien me dijo que, si él fuera seleccionador de fútbol, Raúl jugaría por decreto hasta que cumpliera los sesenta años. Eso a Luis no le vale. Luis se guía por un informe, pero yo me pregunto lo siguiente: ¿quién hace el informe del que informa? Del que ha hecho el informe sobre Raúl sabemos que tiene un amigo que es sexador de pollos y que hizo un Mundial de pena. Eso y, naturalmente, que mintió descaradamente al afirmar que se iría si España no llegaba a semifinales. Pero, por más que le den al ventilador, Luis ya no es otra cosa que un cadáver deportivo. Ni el doctor Gregory House sería capaz de reanimarle en estas circunstancias. Sólo hay que tener un poquito más de paciencia hasta que llegue su sustituto y ordene el caos.