A lo que se ve, y si de derechos vulnerados hemos de hablar, quienes salen realmente regateados son los ciento y pico mil socios culés, que han visto cómo se endosaban al club 53.000 euros procedentes de una tarjeta de crédito de un escolta de Laporta en restaurantes, hoteles, cigarros, perfumes, locales nocturnos y otros en período vacacional. Hay más: 90.000 euros se pagaron, para uso interno y no de socio, por entradas para el concierto de la banda irlandesa U2 ("tócame, llévame a otro lugar; enséñame, sé que no soy un caso desesperado"), otros 26.000 se gastó un vicepresidente (llamémosle "X") en diferentes hoteles en Dubai, Qatar y Londres, mientras que en seguridad especial y detectives privados, sin que por supuesto existan facturas o informes que lo detallen, existen contratos por dos millones de euros.
Otros gastos reflejados son los 362.000 euros correspondientes al alquiler de aviones privados, 262.000 en gastos de restauración y 576.000 del catering para los días de partido. Todo eso sin contar a nuestro amigo Raiola, representante de Ibrahimovic, aquel delantero sueco que se marchó pegando un portazo y llamando "filósofo" a Guardiola, que se llevó calentitos otros 8 kilos. No querría mirar a nadie pero tengo para mí que hay aquí alguien que se ha pegado la vida padre. Tres años, o lo que es lo mismo casi toda su presidencia, ha calculado por encima Sandro Rosell que tardará el Fútbol Club Barcelona en recuperarse. Y eso ganándolo todo o casi todo y jugando mejor que nunca al fútbol... ¡si encima no hubiera entrado la pelotita entre los tres palitos!...
Laporta, el de aquel sudoroso bimbó en el famoso Luz de Gas que aplaudían y reían algunos babosos periobarcelonistas mientras arrastraban la lengua por la moqueta, se queja porque dice que no le han dejado explicar las cuentas. Mira cómo me río. Por cierto que el líder de la Solidaritat Catalana Empieza por Uno Mismo explicó hace diecinueve días y quinientas noches que ojalá pudiera hacer por su país lo que había hecho por el Barcelona. Desde aquí quiero mandar un mensaje tranquilizador e institucional a Cataluña y a los cientos de miles de catalanes que tienen la buena costumbre de leer Libertad Digital: no existe previsión de que el partido del ex presidente bailón vaya a sacar más allá de los tres o cuatro votos, de forma que no podrá hacer desde el Palacio de la Generalidad lo que, según todos los indicios, ha hecho desde el despacho presidencial del Camp Nou. De lo que se trata, si no lo entendí mal, es de que al final no acabe pagando "tot el camp" sino sólo aquellos que bailaron al son de Georgie Dann.