Supongo que al ínclito Ron Dennis, jefe del equipo McLaren y elegido hace tan sólo unos minutos como premio Tonto Deportivo del Año 2007, se le podría perdonar absolutamente todo, desde su soberbia hasta su ineficacia a la hora de dirigir un equipo de Fórmula Uno, salvo que haga llorar a una mujer, y eso es precisamente lo que consiguieron entre él y el papá de Lewis Hamilton cuando, en una de las ruedas de prensa celebradas con anterioridad a la carrera decisiva, presionaron, primero, e hicieron estallar y derrumbarse, después, a Anne Giuntini, periodista del diario francés L'Equipe y esposa de otro Dennis, Chevrier, responsable de motores en pista del equipo Renault. Imagino que, en su particular annus horribilis, el apellidado Dennis volvió a perder el control y quiso pegarle una patada a Flavio Briatore en el trasero de la periodista, y ésta hubo de abandonar entre lágrimas la sala de prensa. Si, como decía Friedrich Nietzsche, en la venganza, como en el amor, la mujer es más bárbara que el hombre, supongo que la señora Giuntini se estará frotando las manos a estas horas.
Pero, ¿quién hará llorar ahora a Ron Dennis? Antes de que empezara el campeonato, McLaren tenía un caballo clarísimamente ganador en la figura de Fernando Alonso, y luego, a medida que fueron transcurriendo las carreras, se pudo comprobar que le surgía otro más con Lewis Hamilton. Creo recordar que llevaban liderando el mundial desde el Gran Premio de España, allá por el mes de mayo. Tras perder el de constructores en los despachos, la potentísima escudería anglo-alemana, protagonista hasta el último instante de errores realmente infantiles, ha comprobado en Interlagos cómo se le escapaba también el premio gordo de la lotería, el mundial de pilotos. Norbert Haug, el jefazo de Mercedes, tendría que pensarse seriamente si utilizar ese famoso "punto final" del que hablaba el otro día para referirse a Fernando Alonso, pero hacerlo con su jefe deportivo. No llorará, no, porque me parece que es multimillonario, pero le escocerá un rato. Y le marcará otro rato más. Ferrari tenía un plan y Dennis no tenía nada.
McLaren Mercedes necesita ahora un Del Bosque que recomponga muy despacito los trocitos del equipo. Sus responsables tienen que reflexionar también acerca del significativo hecho de que, ahora mismo, mientras escribo este artículo, miles de aficionados asturianos se hayan lanzado a la calle para celebrar en la Plaza América de Oviedo el título obtenido por un finlandés nacido en un sitio muy frío que se llama Espoo y a quien, por si fuera poco, conocen como el "hombre de hielo". Es posible que Alonso se vaya y que Hamilton se quede, y es probable que el español y el inglés sean campeones del mundo en un futuro próximo, pero el problema de McLaren no es de pilotos sino de dirección. Seguro que Anne Giuntini, a quien aprovecho para mandar desde aquí un beso, lo habría hecho bastante mejor que Ron Dennis, Tonto Deportivo del Año 2007. Y por menos dinero.