La victoria es un opioide de primer nivel. Todo está justificado si, como es el caso, España gana. Y si al valiente de turno, que alguno queda, se le ocurre criticar esta o aquella decisión del entrenador es inmediatamente acusado de antiespañol. O de portugués, que es lo que se lleva ahora. Puedo entender que la afición, que viene de años y años de lenta y agónica travesía del desierto, vea en el equipo nacional su particular oásis entre tanta basura política, económica y social acumulada en el día a día, pero... ¿también la prensa especializada?... Y es curioso porque son exactamente los mismos periodistas deportivos que mataban literalmente a Mourinho, el entrenador de la Liga de los 100 puntos y los 121 goles, por colocar (por necesidad) a Callejón de lateral los que ahora se rasgan las vestiduras porque en Futboleros se debata sobre Casillas y Valdés o se ponga en tela de juicio la decisión del seleccionador de colocar a Javi Martínez como delantero centro teniendo a Villa sentado en el banquillo.
Lo mejor de todo es la explicación que se da para desprestigiar a los poquísimos versos libres que aún hoy osan desmarcarse de la prensa del régimen y del discurso único: España gana, estamos viviendo un momento único e irrepetible y por lo tanto no se puede criticar nunca y bajo ninguna circunstancia lo que haga o diga Del Bosque, que siempre estará acertado por al artículo 33.3... ¿Cómo se va a debatir sobre la idoneidad de cambiar cuatro veces de portero en los cuatro primeros partidos si se acaba de ganar a Italia en la tanda de penalties?... Es un resultadismo de quita y pon: pon cuando el entrenador en cuestión no me gusta a mí y quita cuando me sonríe y me pasa la mano por el lomo. Aún recuerdo con nostalgia aquellos días en los que la situación era justamente al revés y cuatro locos defendíamos la aptitud de Del Bosque en contra de la opinión mayoritaria que apuntaba a la flor que tenía en salva sea la parte como su mayor logro profesional. Ya no hay flor que regar sino tanques en la calle.
La última boutade de Del Bosque, probablemente harto de estar harto de que le definan sólo como una buena persona y buscando que alguien destaque al fin su perfil de fino estratega, fue sacar el pasado jueves a Javi Martínez como falso 9 teniendo sentado en el banquillo al máximo goleador histórico de la selección nacional. Lo de alinear a Casillas en el partido inaugural ante Uruguay, el más complicado de la fase inicial, fue interpretado por sus oráculos en clave de guiño a uno de los suyos en agradecimiento a los innumerables servicios prestados... ¿y el guiño a Villa para cuándo?... Como absolutamente todo es justificable en el fútbol, incluso colocar a Molina de interior, Del Bosque razonó su decisión para fijar a los centrales y regalar espacio a los jugadores de segunda línea. La cosa salió bien porque Bonucci falló el séptimo penalti de Italia y Navas metió el decisivo para España pero servidor, que gracias a Dios trabaja sin morfina y no admite la sordina, no puede dejar de preguntarse qué se habría dicho de Clemente o de Mourinho si ellos hubieran tomado una decisión parecida. Hasta Tanzania habrían llegado los gritos. Pero se ganó. STOP al debate. Prohibido discutir.