Sin alma, sin cabeza, sin tripas, roto atrás, muerto arriba e irrelevante en el centro del campo, que es probablemente lo peor que pueda decirse de un centrocampista, el Real Madrid fue siempre un guiñapo en manos del único equipo de fútbol que en la tarde del 21 de noviembre saltó al césped del estadio Santiago Bernabéu, que fue el Fútbol Club Barcelona. Institucionalmente, el Barça es un desastre, pero cuando sus futbolistas salen a jugar se olvidan de paralelas, de paralelos, de imputaciones y de problemas legales varios y van todos a una, defendiendo, atacando, con corazón, con raza y con razón. Una derrota en el Bernabéu siempre es dolorosa; una derrota en el Bernabéu ante el enemigo histórico, el rival deportivo a nivel mundial, abre un agujero negro; una derrota en el Bernabéu ante el enemigo histórico y por 0-4 abre... una zanja llamada crisis.
Cuando yo era chaval lo llamábamos tunda. "Menuda tunda os hemos dado, ¿eh?"... La de hace un rato ha sido una tunda de época, una de esas palizas tremebundas que pasan a formar parte de la tradición oral; cuando todos nosotros hayamos muerto, cuando hayamos muerto yo, usted, amigo lector, Cristiano y Messi y los hijos de ambos, cuando hayan vivido y muerto cuatro, cinco, seis generaciones completas, aún se estará hablando de la tunda que un 21 de noviembre le pegó el Barça al Real Madrid en su campo. No resulta nada fácil para mí escribir este artículo, lo hago roto por el dolor y la decepción, pero no se puede ocultar lo obvio y es que, a seis puntos del líder en la clasificación, este Real Madrid lo tiene en chino para remontar el vuelo.
Tras el 5-0 del Camp Nou, a Mourinho le pidieron el análisis del partido: "No puedo hacer ninguno porque hoy no se jugó ningún partido". Tampoco se jugó un partido hoy porque el Barça fue un equipazo desde el primer hasta el último minuto de juego mientras que el Real Madrid alineó a los once maniquís del nuevo anuncio de Navidad de la lotería nacional, el protagonizado por el bonachón Justino, once marionetas que perseguían en vano a hombres invisibles vestidos de azulgrana y sombras del balón que siempre tuvieron en su poder los reales Neymar, Piqué, Suárez y compañía. Como no podía ser de otro modo este topetazo televisado a 500 millones de personas en todo el mundo deja muy marcado a Rafa Benítez, sí, pero también señala con dedo acusatorio a Cristiano, Benzema, Bale, Modric, Ramos, Kross y compañía. No hubo partido, hubo baño. Y yo, tras el baño siempre me voy a la cama; hoy me meteré debajo. Buenas noches.