Todo el mundo sabe perfectamente cómo acabará lo de Arbeloa con la selección española. Preguntado en Tiki Taka por un presunto boicot a Álvaro en la selección, Del Bosque no dijo ni sí ni no sino todo lo contrario, balbuceó y respondió con una evasiva del tamaño del Empire State Building de grande: "Sigue viniendo, ¿no?"... Y su "sigue viniendo, ¿no?" resonó en mi cabeza como un "ya son mayorcitos, que se las arreglen entre ellos". Y eso es algo de lo que le afeó a Vicente, cuyo currículum profesional está fuera de toda duda pero que a mi modo de ver suele mostrarse demasiado activo a la hora de resolver problemas cuando hay algún jugador del Barça por medio y excesivamente parsimonioso cuando se trata de un internacional del Real Madrid. O al menos a mí me lo parece.
El asunto a debate anoche fue esa caminata en solitario que Álvaro Arbeloa tuvo que pegarse por la Ciudad del Fútbol de Las Rozas nada más concluir el entrenamiento. "Soledad: un instante de plenitud", decía Montaigne. La de Arbeloa me parece muy digna y producto claramente de su terrible y peligrosa facilidad para decir lo que piensa cuando lo considera oportuno. Mi compañero Joaquín Maroto, que se sabe de memoria todo lo que pasa ahí dentro, no tuvo inconveniente en reconocer que el defensa del Real Madrid está más solo que la una. Es más, también se dijo que Xabi Alonso se encontraba en una situación de aislamiento similar pero que su calidad futbolística le mantenía a salvo... ¿A salvo exactamente de quién?
Era fácil. De Vicente del Bosque se esperaba un "sí" o un "no". "¿Hay boicot a Arbeloa?"... "No", perfecto. O "sí", en cuyo caso le habría repreguntado: "Y usted, siempre tan sensibilizado a la hora de solucionar los problemas surgidos a raíz de que el anterior entrenador del Real Madrid pretendiese algo tan surrealista como que su equipo le ganara al Barcelona, ¿piensa hacer algo al respecto?"... Lo que Del Bosque, según la experta opinión de Maroto, va a hacer es, si yo interpreté correctamente sus palabras, seguir convocándole "para que no parezca que no..." hasta elegir el momento idóneo para dejarle caer sin que la panzada haga mucho ruido. En esa línea cabe encuadrar la campaña de descalificación deportiva que Arbeloa lleva sufriendo desde hace un año y medio aproximadamente. Extírpese el mal de la selección española. Convóquese a otro defensa que haga menos ruido y con un afán más colaboracionista con Xavi, que es quien más manda ahí. Será un alivio para Álvaro y para quienes aún le defendemos, cuatro gatos en realidad si nos ponemos a contar.