Lo siento pero perdí la cuenta. Juro que los llevaba todos anotados, pero, entre tanto frenesí, llegó un momento determinado en que perdí la cuenta de los disparos efectuados por el Real Madrid contra la portería del Sevilla, tal fue el asedio al que los merengues sometieron a Palop: entre 25 y 35 según las fuentes consultadas. De no haber sido por la actuación del portero valenciano, empeñado en poner en apuros a Del Bosque, y por los palos, el equipo de Jiménez, muy caballeroso al final del partido reconociendo lo obvio, se habría marchado del estadio Santiago Bernabéu con un saco de goles. Por la derecha aparecieron los Hawker Hurricane, por la izquierda los Spitfire, por el centro el Avro Lancaster, el Bristol Beaufigther y el Hawker Typhoon. La RAF blanca al completo hurgando en la herida del segundo equipo de la segunda Liga española. Y Andrés, sólo ante el peligro. Bombardeado. Acribillado.
No recuerdo un 0-2 más injusto que el de anoche. El primer gol sevillista lo marcó en propia puerta Xabi Alonso y el segundo, obra de Dragutinovic, fue un auténtico churro fruto de la falta de entendimiento entre Casillas y la defensa. El problema es que el segundo llegó en el minuto 52 de partido y el Madrid, que sólo había apretado los últimos diez minutos de la primera parte, parecía no darse cuenta de lo que se estaba jugando. El Real tenía 40 minutos para remontar dos goles ante uno de los tres equipos españoles que todavía quedaban en la Champions, un Sevilla sobrevalorado pero que había conseguido ponerse con un marcador muy ventajoso. La gente se ríe cuando digo que el estadio Santiago Bernabéu no es un campo de fútbol normal. Ayer, cuando con el 1-2 comenté que el estadio había entrado en erupción y que intuía que el magma estaba a punto de salir disparado, volvió a pasarme. ¿Por qué ruge la bestia? ¿A santo de qué estalla el volcán?... Ni idea. Pero el estadio Santiago Bernabéu no es un campo de fútbol normal. El Sevilla ya lo sabe desde ayer.
De forma que el mejor Fútbol Club Barcelona de la historia, ese que permite a Joan Laporta publicitar con cierto eco sus ideas secesionistas, ya está por detrás del Real Madrid. Que a la RAF blanca le va la marcha es un hecho, lo que no sé es cuánto aguantarán este ajetreo los corazones madridistas. La victoria del Real, ante un equipo al que le entró el canguelo (no es ningún desdoro, a otros más grandes les pasó también) con un 0-2, tenía que haber llegado mucho antes y sin embargo hubo que esperar al segundo minuto de la prolongación para que el juez ordenara el levantamiento del cadáver. Pellegrini acertó con los cambios y el equipo volvió a notar positivamente la presencia del clarividente Guti y del omnipresente Van der Vaart. El Real Madrid que va del minuto 52 al 92 puede ser campeón de Liga y de Champions; el que va del minuto 1 al 51 sufrirá mucho para ganar el miércoles al Olympique. El día que Pellegrini logre que la RAF no salga dormida y que el Vesubio tiemble los 90 minutos, el Real Madrid será sencillamente imparable. De hecho, ya está empezando a serlo. Y ahora que le pregunten a Palop si el Bernabéu es un campo de fútbol normal y corriente. A mí, desde luego, no me lo parece. Y eso que yo seguí el bombardeo por la tele.