La prueba del algodón no engaña. Algo falla en la concentración de la selección española cuando Luis Aragonés ha tenido que reunirse con todos los jugadores para decirles que él lo tiene todo meridianamente claro y que no se va a dejar influenciar por nadie. Lo peor no es que se cortocircuite la comunicación con los periodistas, que al fin y al cabo terminamos largándolo todo, sino que falle también la comunicación con los propios jugadores, los auténticos protagonistas de este invento. Quedamos por lo tanto en que la indefinición de Luis ha afectado de tal modo a la relación con sus seleccionados que éste se ha visto obligado a reunirles para expresarles sus ideas. Y resulta llamativo incluso el escenario escogido para hacerlo: el campo de entrenamiento, delante de todos los medios de comunicación.
¿El hotel de Kamen ni siquiera tiene una salita de conferencias para que Luis deba pegarles tres gritos a sus chicos delante de todos los periodistas?... ¿No podría haberlo hecho en el comedor?... ¿O en el gimnasio?... ¿O en su habitación?... ¿O en el cuarto de baño?... Esta rocambolesca situación me lleva a hacerme la siguiente pregunta: ¿Quiere explicarse Luis, o lo que está pretendiendo en realidad el entrenador es demostrarnos a todos que quien manda en la selección es él? Yo me inclino por pensar esto último. ¿Por qué?... Muy sencillo. Inmediatamente después del cónclave colectivo, Luis tuvo otro incidente con Santi Cañizares. Y baste decir que Luis finiquitó el altercado con la siguiente frase: "y si no, a casa"... ¿Era necesario someter a esa humillación a "Cañete", un tipo conocido por su seriedad, profesionalidad y competitividad?
Creo que fue Miguel Ángel Muñoz quien comparó en "El Tirachinas" esta situación con aquella otra que Luis protagonizara con Romario cuando era entrenador del Valencia. Comparto su opinión. Luis se enfadó mucho conmigo cuando dije hace años que, en mi modesta opinión, no estaba tratando de explicarle a Romario que tenía que ser más profesional o que debía tomárselo más en serio sino que sólo quería publicitar su imagen de entrenador duro, de hombre que no se casaba absolutamente con nadie, tampoco con las estrellas. A día de hoy seguimos sin saber qué sistema utilizará España ante Ucrania, dónde jugará Villa y si al final lo hará o no Raúl. Pero algo sí ha quedado claro: la estrella de nuestra selección es Luis Aragonés Suárez. Será él quien tire del carro. Rezaremos para que esté más brillante que hasta ahora.