Veintitantos días después del partido Cataluña-País Vasco disputado en el Nou Camp, la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña se ha decidido al fin a abrir diligencias por un delito de apología del terrorismo tras la denuncia que realizó en su momento Convivencia Cívica Catalana. Al parecer CCC observó lo que ningún otro organismo fue capaz de detectar en España. Allí, efectivamente, se exhibieron pancartas de exaltación de ETA y de determinados terroristas convictos, ante la pasividad de todo el mundo. Y eso, con el Código Penal en la mano, es constitutivo de un delito. Dicen que nunca es tarde si la dicha es buena. Depende. Resulta muy triste, aunque por otro lado constate que, gracias a Dios, no todo el mundo está clínicamente muerto, que tenga que ser la iniciativa privada de una coordinadora de ciudadanos la que se lance al ruedo para agarrar al toro por los cuernos.
Habrá quien opine que veintitantos días tampoco son muchos teniendo en cuenta la exasperante lentitud de la justicia española. Pero el caso es que, releyendo la noticia, me dio por pensar qué habría pasado, por ejemplo en los Estados Unidos de América, si allí hubiera sucedido algo similar a lo acontecido nuestro 8 de octubre. ¿Se imaginan qué habría ocurrido en EE.UU. si, de repente, en medio de un partido de béisbol entre los Cardinals de San Luis y los Tigres de Detroit, alguien hubiera sacado una pancarta de apoyo al terrorista Osama Bin Laden? Es ésta una pregunta evidentemente retórica puesto que no es necesario tener la portentosa imaginación de Julio Verne para saber qué habría pasado en una circunstancia similar a esa.
Ahora la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña ha decidido abrir diligencias. Bienvenida sea esta decisión, fruto, repito, insisto una vez más y todas las que hagan falta, de la iniciativa de una asociación ciudadana privada de Cataluña. Pero aquí ya está pervertido hasta el latín. "Diligencia", del latín diligentia, significa "cuidado y actividad en ejecutar algo; prontitud, agilidad y prisa". En el caso del escandaloso mitin del Cataluña-País Vasco se ha producido de todo menos agilidad, brillando además por su escandalosa ausencia cualquier actitud que pudiera recordarnos, aunque fuera de lejos, a la agilidad humana. Y, por cierto, aquí el único que tuvo mucha prisa por evitar que se hiciera cualquier referencia al post-partido fue el secretario de lo que nos queda de Estado para lo que nos queda de Deporte. No sabemos todavía su opinión al respecto de la aparición, aquel día en el Nou Camp, de pancartas de apoyo a un asesino de veinticinco personas. Pillamos, de nuevo, in puribus naturalibus a Jaime Lissavetzky. O sea, volvemos a cogerle en pelotilla picada.