Puede que, de todos los jardines (tácticos o dialécticos) en los que se ha metido Del Bosque, el de no saber encajar a uno de los mejores goleadores del mundo en el esquema de la selección nacional sea el más llamativo de todos. Preguntado el otro día precisamente por este asunto, Vicente respondió que no estaba preocupado por el jugador y que, si como era el caso, Diego Costa marcaba muchos goles con su club y ninguno con España el error podía ser del entrenador, que sigue siendo él por muy sorprendente que pueda parecer. Por supuesto que Del Bosque no cree ni por un minuto que el fallo esté en el seleccionador que ganó el Mundial y afortunadamente cada vez menos gente hace caso de sus humildísimas palabras al respecto de cualquier cosa, pero lo cierto es que Simeone convirtió en estrella a Costa y quien vea habitualmente jugar al Chelsea podrá acreditar con sus propios ojos que el 9 encaja como un guante en el sistema de Mourinho... ¿Entonces?...
Pareciera como si a Del Bosque le hubieran regalado una Harley Davidson Rocker de 2009 que no tiene ni idea de conducir pero que se ve obligado a sacar de vez en cuando del garaje, encenderla y apagarla y pasarla un poquito la mopa, para que la gente no rumoree que no entiende de motos. Todo el mundo tenía claro que el fin de ciclo de Del Bosque al frente de España llegó con el último partido del Mundial de Brasil, el del ridículo. Lo tuvimos claro con Clemente, con Santamaría, con Camacho, con Suárez... con todos, y también con Del Bosque. La diferencia, y no es pequeña desde luego, entre él y sus antecesores en el puesto es que Vicente ha ganado un Mundial y una Eurocopa, de ahí que, nada más acabar el partido contra Australia, el periodismo deportivo decidiera ponerle la respiración asistida a un proyecto herido de muerte. Todo el mundo sabe que Del Bosque erró al decidir continuar en el cargo, pero decirlo resulta demasiado políticamente incorrecto.
La derrota ante Eslovaquia de ayer recuerda un poco a la protagonizada por la España de Clemente ante Chipre tras el desastre del Mundial del 98. Como ahora sucede con Del Bosque, todo el mundo tenía meridianamente claro que Javi no podía continuar en el cargo ni un minuto más... pero Clemente caía mal y Vicente concede muchas entrevistas y sonríe en el 99 por ciento de ellas. Como ahora Del Bosque, Clemente también se comprometió a liderar el cambio y, nada más decirlo, recayó en sus viejos errores de antaño. Con Clemente pudo la presión popular que, aunque creciente, sigue siendo insignificante con Del Bosque, de forma que si Vicente no se va, que ya no se irá, su presencia en el banquillo de España acabará convirtiéndose en una pesadilla, y así las cosas el egoísmo individual podrá de nuevo con el interés general. Nadie podrá decir que no lo avisé...