A Arbeloa le preguntaron el domingo por la eliminatoria entre el Atlético de Madrid y el PSV Eindhoven y el defensa madridista dijo "si cae el Atleti es una buena noticia para el resto". Lo que en círculos colchoneros se interpretó rapidísimamente como una ofensa tremenda, una provocación que sólo podría ser reparada en duelo a primera sangre entre el propio Álvaro y el Cholo Simeone en el patio trasero de la Parroquia de Santa Teresa y Santa Isabel, yo lo interpreté sin embargo como un elogio hacia el conjunto rojiblanco. Lo que, en realidad, estaba haciendo Arbeloa no era otra cosa que homenajear al Atleti, a quien nadie quiere ni en pintura en los cuartos de final. Aún así, Enrique Cerezo tuvo la necesidad de responder ayer al jugador del Real Madrid: "Igual nos toca con él en cuartos".
Domingo por la noche, lunes, martes... así que habían transcurrido escasas 48 horas desde el elogio de Arbeloa mal interpretado por los atléticos cuando Cerezo respondió. Es otra diferencia más con respecto al Real Madrid, una que sólo sanó José Mourinho: hace nueve meses que Simeone dijo algo tan grave como que la Liga estaba "cocinada" para el equipo blanco y, aún hoy, con los merengues hundidos en la clasificación y a doce puntos del líder, absolutamente nadie ha respondido al entrenador del Atleti, que por supuesto tampoco pedirá jamás perdón por sus gravísimas acusaciones y su ofensa tanto al club como a la afición madridista. Los atléticos tienen la piel muy fina, demasiado fina a mi entender, mientras que a los madridistas ya no les queda ni siquiera piel porque se la han arrancado a jirones ante la indiferencia general del fútbol español, tan mal acostumbrado a que se le falte al respeto al club deportivo más importante del mundo.
Así que la peor pesadilla de Arbeloa cobra forma y el Atlético está clasificado para los cuartos de final de la Champions. Con un presupuesto menor que el rojiblanco, el PSV le tuvo sin embargo acorralado y contra las cuerdas e hizo con él casi lo que quiso. A los holandeses les faltó suerte y tino, tal y como dijo su entrenador, Phillip Cocu, y algún futbolista se sintió incluso ninguneado por el poderoso conjunto colchonero, que ya se veía en cuartos de final antes incluso de disputar los octavos. El ambiente del estadio Vicente Calderón fue extraordinario, digno de las grandes citas europeas y, por cierto, muy superior al espectáculo futbolístico, que brilló por su ausencia. Sin goles en la ida, sin goles en la vuelta, sin goles en la prórroga, sin goles hasta el día del juicio final, sólo nos queda alabar la fiebre desatada en las gradas y el indudable mérito que tiene un equipo que sabe a qué quiere jugar tanto como a qué no quiere que jueguen sus adversarios. Nadie quiere al Atleti en cuartos, no sólo Arbeloa. Yo tampoco lo quiero. ¿Y usted?...