Brasil, que ayer se despidió del Mundial que la FIFA, que no el fútbol, había pretendido ponerle en bandeja de plata, ha sido junto a España, una por vigente campeona y la otra por local, la gran decepción del campeonato. Aún así, y cuando casi todos tenemos claro desde Europa que Scolari no debería seguir ahí ni un minuto más, el seleccionador se aferra al puesto como a un clavo ardiendo, pega una patada a seguir y remite la decisión de su continuidad al presidente de la federación, una de las más poderosas e influyentes del mundo. Llama aquí para mal la atención el hecho de que Scolari sea sincero y que, después del fiasco, se siga negando a marcharse por donde vino. Y más aún llama la atención el que nadie con poder de decisión le agite y le recuerde que después de un 1-7 y un 0-3 ningún seleccionador en su sano juicio, y menos aún el de toda una pentacampeona mundial, creería de verdad que tiene la menor posibilidad de seguir en el puesto.
Lo que desde la prensa europea, y con especial significación desde la española, se le exige a Scolari es que abandone con cierta dignidad y se haga el seppuku a la vista de todo el mundo de un modo semejante a como lo haría por ejemplo un general japonés derrotado. Pero lo que sin embargo olvidamos es que Scolari y Del Bosque, Vicente y Felipao, el nuevo presidente de la federación brasileña y el antiquísimo presidente de la federación española, son todos el reflejo de la misma situación, que no es otra que la crisis de juego de dos equipos de los que se esperaba lo máximo y han dado lo mínimo. Pero todos los matices que distinguen el desastre español del caos brasileño resultan favorables a éste último porque mientras Brasil fue estrepitosamente eliminada en semifinales a España la sacaron por la puerta de servicio en la primera fase y porque mientras Scolari está dejando claro que él no se va, que a él deberán cesarle, Vicente del Bosque no ha vuelto a decir esta boca es mía y hemos tenido que deducir que su atronador silencio significa que continuará hasta la próxima Eurocopa.
Yo creo que Scolari debería irse exactamente por el mismo motivo que debería marcharse Del Bosque, lo que no comprendo es cómo hay periodistas capaces de rasgarse las vestiduras porque Scolari no anunciara su dimisión inmediatamente después del 1-7 y sean capaces al mismo tiempo de encontrarle lógica a que Vicente continúe en su puesto después de caer por 5-1 con Holanda y por 2-0 ante Chile. De acuerdo, Del Bosque ganó la última Eurocopa, pero Scolari también ganó la última Copa Confederaciones (y goleando, por cierto, en la final a España) y no veremos a ningún periodista que defienda la peregrina idea de la continuidad del entrenador de Brasil hasta 2016 por lo obtenido en 2013. No entiendo que haya quien le parta la cara a Marco Polo del Nero por decir que Scolari va a seguir pero que nadie se atreva con Villar, que a lo máximo que llega es a afirmar eso tan rajoyesco de que "llueve mucho". Llueve mucho, desde luego, pero no en Brasil sino aquí mismo, en España. Rayos y truenos, relámpagos y centellas que algunos pretenden parar con uno de esos paraguas de quita y pon que suelen vender en los chinos. Ven la paja en el ojo de Scolari y no la viga en el propio.