Repito lo que dije hace dos noches en Futboleros: Ramos se equivocó al llamarle sinvergüenza tres veces a Ayza Gámez y sin embargo se quedó corto al decirle sólo dos que llevaba todo el día fastidiándoles con "j". Ahora, tras el estallido del futbolista andaluz y la operación a la que fue sometido Pepe, el Real Madrid deberá afrontar el próximo mes de competición sin el concurso de sus dos defensas centrales titulares, otro problema añadido más para José Mourinho. La cuestión es que la gente no va al campo a ver a Ayza, que es francamente malo, sino a Ramos, que es muy bueno. No estoy diciendo en absoluto que la actitud de Sergio tenga justificación pero no hay más que repasar por encima las imagenes del partido para darse perfecta cuenta de que sí tiene una explicación.
Pese a la persecución, Ramos se equivocó al llamarle sinvergüenza tres veces a Ayza y a su error cometido sobre el campo añadió luego otros dos: pedir un perdón por twitter que sabía perfectamente que no valdría absolutamente para nada y, el peor de todos, ponerse en contacto telefónico con Sánchez Arminio que es un presidente oyente y que todo el mundo sabe que está enchufado ahí por el Ayuntamiento de Ángel Villar. Ahora dicen que, tras armarla en el estadio Santiago Bernabéu y provocar la ira de Ramos, Ayza no volverá a dirigir durante algún tiempo al Real Madrid... ¿Al Real Madrid no y al resto sí?... El problema de fondo no es que el árbitro valenciano perjudique a un club en concreto sino que no puede dejársele libre por ahí y galopando por los campos de España, y eso no va a solucionarlo la "neverita".
Así que Ayza, que es muy malo, provoca la reacción de Ramos, que es muy bueno y que llena estadios, pero el primero es capaz de dejar fuera de concurso al segundo con su desastrosa actuación. El asunto llega entonces al endiablado Comité de Competición, encargado de escudriñar un enrevesado y complejo reglamento redactado en principio para impartir justicia pero que sin embargo trata asuntos similares de forma radicalmente distinta. Díganme si no cómo es posible que este auténtico brazo tonto de la ley federativa castigara por ejemplo en su día con tres partidos al portero del Barcelona B Oier Olazábal por gritarle "¿qué quieres, que te pegue?" a Pedro Sureda Cuenca y ahora le caigan cinco a Sergio Ramos por llamarle sinvergüenza a Ayza Gámez.