No me gustó ni un pelo que España jugara sin un 9. Y menos aún que el sistema empleado por mi equipo me gustaron los hipotéticos motivos que pudiera haber tenido Vicente del Bosque para hacerlo y que, como quien no quiere la cosa, dejó caer anoche en Futboleros mi compañero Alfredo Duro: la sugerencia hecha al seleccionador por parte de algunos jugadores culés para debutar ante Italia al estilo del Barça. Desconozco si el rumor tomará o no cuerpo con el paso de los días (hasta el jueves queda un mundo) pero lo dicho por Duro me pareció gravísimo y supongo que será inevitable motivo de análisis; de repente me vi viajando hacia atrás en el tiempo contra mi voluntad, en concreto al Mundial de 1990 con Luis Suárez sentado en el banquillo de la selección nacional, y tengo que confesar que la experiencia no me resultó en absoluto agradable.
Pero el fondo de la cuestión es que cuando tienes a uno de los mejores porteros del mundo, a dos de los mejores defensas del planeta y a tres o cuatro de los mejores distribuidores de juego, marchar de inicio a la guerra sin un finalizador contra los italianos, a quienes por cierto llevamos sin doblegar en partido oficial desde que Noé se puso a construir el arca, se me antoja un riesgo excesivo, más aún cuando Torres, Negredo o Llorente no andan precisamente descalzos y estoy convencido de que cualquier club querría tenerlos en sus filas. No me gustó el modo de jugar ni tampoco el mensaje que, al hacerlo sin un rematador, se lanzó desde el banquillo a nuestros tres 9: "No estáis a la altura de Villa". El señor Guardiola ha agotado en su club de tanto usarlo el sistema del delantero mentiroso, y si ha podido utilizarlo durante todo este tiempo ha sido, entre otras cosas, porque tenía a Alves y, sobre todo, a Messi. No veo sinceramente hacia dónde nos puede conducir este seguidismo.
Si el plan de Del Bosque, que tampoco sabemos muy bien cuál era porque no lo ha explicado, consistía en no perder en el primer partido de la Eurocopa debo reconocer que ha salido bien. Yo creo que España e Italia se repartirán, salvo sorpresa, las dos primeras plazas del grupo. Tampoco se gana o se pierde una competición como ésta en el primer partido y ahí está, sin ir más lejos, el ejemplo de la derrota ante Suiza en el Mundial de hace dos años. Me habría gustado, eso sí, que Vicente hubiera demostrado un pelín más de ambición reaccionando a una mala primera parte con cambios nada más arrancar la segunda, pero tuvo que marcar Di Natale para verle las orejas al lobo italiano. Navas y Torres, que no acertó a la hora de finalizar, generaron más peligro que en los primeros 45 minutos. Este 1-1 ante nuestra bestia negra en una Eurocopa habría sido un magnífico marcador para la selección de Camacho, Clemente o Miera; lo que me sigo preguntando a estas horas es si la campeona del mundo y de Europa se puede permitir el lujo de nadar y guardar la ropa al mismo tiempo.