No pienso ver La leyenda de Sergio Ramos. Y eso que soy socio de Amazon Prime Video. Y no es por Sergio, ¿eh? Ni tampoco por Amazon. Seguro que Javier Pereira y su equipo han hecho un trabajo fantástico. No es por nada de eso, no; tiene que ver con lo que me gusta y con lo que no. No me gustan especialmente los coches ni las piscinas olímpicas ni los chalets descomunales. Supongo que si tuviera mucho dinero tendría un cochazo, un piscinón y viviría en un casoplón, pero no me atraen especialmente. Y, aunque suene mal viniendo de un periodista deportivo profesional, me aburren muchísimo los documentales sobre deportistas. Me encantó Red Army, que también es de Amazon, y que cuenta la historia del equipo nacional de hockey sobre hielo de la Unión Soviética contada por su capitán, Slava Fetisov. Y me gustó muchísimo Cuando éramos reyes, que narra el mítico combate entre Ali y Foreman en el Zaire. Lo más reciente que vi por encima, sin prestarle demasiada atención y saltándome muchos capítulos, fue Colgar las alas, y porque me interesaba ver cómo se contaba el enfrentamiento entre Mourinho y Casillas, nada más. Por eso no voy a ver La leyenda de Sergio Ramos, en primer lugar porque no le veo (aún) como una leyenda, quizás sea porque es coétaneo mío; y también porque los documentales de temática deportiva me aburren, no me engancho. Tampoco vería La leyenda de Cristiano o La leyenda de Modric. La leyenda de Bagger Vance sí os la recomiendo, es buenísima. No es por Ramos, de verdad, es porque no me interesa su vida personal.
Si hoy he seguido la comparecencia de Ramos, que tampoco me interesaba en exceso, ha sido exclusivamente por el asunto profesional y porque, aunque remota, existía una mínima posibilidad de que el capitán del Real Madrid desvelara al fin cual va a ser su futuro deportivo inmediato y si va a aceptar o no la oferta que el club le hizo en agosto y luego volvió a trasladarle en septiembre, octubre, noviembre y diciembre o si, por el contrario, va a inclinarse por alguna de las innumerables ofertas que a buen seguro tiene que tener encima de la mesa en este momento. Digo que existía una mínima posibilidad de que Ramos hablase de su futuro pero Amazon, que para eso le paga a Ramos, hoy quería vender su producto, que es La leyenda, y la leyenda ha hablado de la pandemia, de Ronaldinho, del Barcelona de Guardiola, de los centrales, de Piqué, de Ibrahimovic, de todo... menos de su futuro que, según él, está repleto de "mucha incertidumbre". Buscando precisamente la certidumbre es por lo que me he tirado media hora de reloj para que al final, casi en el minuto 93, Sergio haya tenido el detalle de responder sin hacerlo (porque no nos ha aclarado nada) a una solitaria pregunta sobre su renovación. Luego Ramos tenía a las 7 una charla con Ibai Llanos pero ésta me la he saltado con vuestro permiso.
Hay que agradecerle a Ramos que haya sacado un minuto de su tiempo para hablar del Real Madrid al final de la presentación del documental. En el transcurso de su rueda de prensa, porque se han admitido algunas preguntas, Sergio ha repetido una frase muy conocida de don Santiago Bernabéu: "No hay jugadores jóvenes y viejos, hay jugadores buenos y malos". Lo que, quizás debido a las prisas, no ha podido recordar Ramos es que, siendo cierto lo de los jugadores jóvenes y viejos que dijo don Santiago, Bernabéu le comunicó a Di Stéfano que no jugaría más en el Real Madrid porque así se lo solicitó el entrenador de aquel entonces, que era Miguel Muñoz. Cuentan que presidente y estrella discutieron, que don Alfredo se marchó pegando un portazo y que, dirigiéndose a don Antonio Calderón, que era el gerente del club, don Santiago le dijo "Antonio, asegúrate de que este hijo de puta no vuelva al Real Madrid ni de botones mientras yo sea presidente". Y así fue: cuatro años después de la muerte de Bernabéu y dieciocho después de su marcha volvió Di Stéfano. No había jugadores jóvenes y viejos sino buenos y malos pero Bernabéu prescindió del mejor jugador histórico del Real Madrid porque tenía 38 años. Si hoy Ramos es una leyenda, si hoy Ramos puede presumir de haber conseguido todo lo que ha conseguido, es en gran medida por Di Stéfano, por aquella generación de futbolistas increíbles. Di Stéfano ganó 5 Copas de Europa seguidas, 5. Y Bernabéu le echó... por viejo.
Hay otra frase de Bernabéu que se le ha olvidado a Sergio Ramos: "La camiseta del Real Madrid es blanca. Se puede manchar de barro, sudor y hasta sangre, pero jamás de vergüenza". Dentro del campo Ramos ha sido un ejemplo de pundonor, profesionalidad y entrega y ha manchado esa camiseta de sudor y de sangre, de barro bastante menos porque hoy en día ya no quedan afortunadamente campos de Primera embarrados. Fuera, el estilo negociador de Sergio o de René, o de ambos, ha resultado un pelín vergonzoso. Florentino Pérez es lo más parecido que hay a Santiago Bernabéu pero no es él. Don Santiago era un hombre del siglo XX y Florentino es el presidente del siglo XXI. A Florentino jamás se le ocurriría decir por ejemplo aquello de "Cuando esté en el lecho de muerte, pido a Dios que me deje un último momento de lucidez para dirigirme a la prensa y decirles: sois todos unos hijos de..." La leyenda de Amazon ha tenido suerte de vérselas con Florentino y no con Bernabéu porque don Santiago le habría mandado a esparragar la primera vez que tuvo la ocurrencia de esgrimir una oferta del United, de lo de China ya ni hablamos. Decídete, Sergio. Firma o vete pero decídete. Agiganta tu leyenda o haz como Cristiano. El Real Madrid, Ramos, no es el Barcelona.