Lo de la tensión competitiva de los porteros es otra milonga de padre y muy señor mío. Como la del equilibrio. En la víspera del partido de vuelta de semifinales contra el Bayern de Múnich en el Allianz Arena, leyendo y oyendo algunas opiniones al respecto, saqué la conclusión de que la presencia de Isco dotaba por sí sola al equipo del tan ansiado equilibrio y que si, por el contrario, Ancelotti cometía la chaladura de alinear en el once titular al mejor futbolista de la Premier de la temporada pasada aquello acabaría manga por hombro y como el rosario de la aurora. Después del 0-4 nadie se refirió, por supuesto, al equilibrio, que por otro lado no consiste en otra cosa que en defender cuando hay que defender, atacar cuando hay que atacar y tratar de cubrir el mayor espacio posible del campo con tus once jugadores. El Real Madrid firmó su mejor partido en Europa en décadas y Bale tuvo mucho que ver en ello.
Ahora Ancelotti decide que, puesto que el Madrid ha alcanzado la final de la Champions y hasta la fecha Diego López estaba jugando todos los partidos de la Liga, el portero titular no puede tirarse tres semanas tocando el violón. De acuerdo. Pero no será para facilitar la famosa tensión competitiva de Casillas por lo que adopte esta decisión el entrenador. En un jugador de campo lo entiendo pero, ¿en un portero?... A finales de febrero de 2002, siendo entrenador del Real Madrid el señor Del Bosque, se decidió un buen día por parte del cuerpo técnico sentar a Iker para darle de repente la titularidad a César; quien más y quien menos interpretó que Vicente pretendía rodar al portero suplente de cara a la final de la Copa del Rey, la del desgraciado Centenariazo, pero pasó la final... y César siguió jugando.
La final de la Novena se disputó el 15 de mayo de 2002 e Iker llevaba sin jugar un partido desde el 20 de marzo. El resto de la historia es conocida por todos: César se lesionó en el minuto 67, Casillas tuvo que sustituirle y se convirtió en el héroe de aquella noche con tres paradas de las que nos quitaron a todos el hipo. Aquel día Iker, que llevaba dos meses sin jugar y que por lo tanto carecía de la tensión competitiva, fue el mejor. La pregunta es la siguiente: ¿Cómo fue aquello posible?... Fácil: no todos los jugadores que conforman una plantilla pueden jugar todos los partidos pero sí todos los jugadores de una plantilla tienen que entrenar a diario precisamente para estar en forma por si es necesaria su participación. Iker nació con unos reflejos de gato montés y esa habilidad suya no se entrena ni se mantiene alerta, simplemente se tiene o se carece de ella.
Ahora Ancelotti decide que Casillas y López se repartan los partidos de Liga para que Iker no se tire tres semanas sin competir. Vale, de acuerdo, me parece bien. La máxima es que el entrenador decide y a Ancelotti le reconozco capacidad para tomar decisiones sin dejarse influenciar en absoluto. El hecho de repartir entre sus dos porteros los minutos de Liga que quedan de aquí hasta el final de la temporada tiene un beneficio extradeportivo añadido: si al Madrid la fuera mal en Lisboa no podría acusarse al entrenador de no haber mantenido en tensión a su portero titular de la Champions. A Vicente del Bosque le salió bien en 2002 sencillamente porque le salió bien a Casillas y nadie pudo echarle entonces la culpa al actual seleccionador nacional por haber dejado tanto tiempo en el banquillo al mejor portero del mundo. Esperemos que a Ancelotti, que es otro hombre con flor, también le salga bien la jugada.