Resulta muy curioso ese permanente uso torticero de las palabras, una doble vara de medir que sólo tiene como objetivo el desprecio continuo hacia el trabajo de Zidane y de sus jugadores. Por ejemplo: no he oído ni he leído a nadie hablando de la flor del Sevilla, que empató el partido en el minuto 85 gracias a un gol en propia puerta de Sergio Ramos y que lo ganó en el minuto 92 por mediación del recién aterrizado Jovetic. La flor, claro, no existe. No existe la flor del Sevilla del mismo modo que no existe la flor del Madrid, lo único que existe es el trabajo, el esfuerzo, el tesón, la insistencia hasta el minuto final. Existe la fe, existe la creencia de que puedes conseguir algo que los demás te dicen que es imposible. El Sevilla tuvo fe, el Sevilla insistió hasta el final, el Sevilla apretó hasta el último minuto y, fruto de todo ello, llegó el gol del empate y, en el último minuto, el gol de la victoria.
Ese desprecio implícito al trabajo de un entrenador que en menos de un año ha ganado Champions, Supercopa de Europa y Mundial de clubes y que tiene a su equipo primero en la clasificación a un punto del segundo y con un partido menos disputado también se deduce del elogio desmedido hacia Sampaoli, que perdió la final europea ante el Madrid y que acaba de ser eliminado de la Copa del Rey. Sampaoli es un grandísimo entrenador pero, desde que llegó a España, sólo le ha ganado un partido de cuatro a Zidane. Tengo la impresión de que, después de hacerlo con Simeone, el antimadridismo mediático ha tomado ahora como referente a Sampaoli, el nuevo Pep. Pero, hasta que llegó el gol en propia puerta de Ramos en el minuto 85, el Real Madrid de Zinedine Zidane le había pegado al Sevilla de Sampaoli un repaso táctico muy similar al del partido de ida de la Copa, el que acabó con un 3-0.
Veo a los antimadridistas celebrando la primera derrota en nueve meses del vigente campeón europeo y mundial, veo a los antimadridistas lavándole a Sampaoli los pies con agua de rosas y dándole masajitos en la espalda y en lo que no es la espalda y pienso en qué deberá hacer un técnico que ha ganado Champions, Supercopa de Europa y Mundial para que le traten algún día de de don. Se me ocurre pensar que el lobby argentino sigue siendo potentísimo en el mundo del fútbol y que, como en el fondo seguimos siendo unos paletillos, adoramos a todo lo que venga de allí. Adoramos desde el primer día a Sampaoli, un entrenador con mucha experiencia, pero también a Simeone, que no tenía tanta y que, pese al paupérrimo juego actual de su equipo, continúa blindado. A Zidane, por contra, le están haciendo pagar el peaje de dirigir al Real Madrid, eso por supuesto, pero también el de haber sido uno de los cinco mejores futbolistas de la historia. Zidane tiene una flor, Sampaoli es un sabio, un profesor, un genio de laboratorio, otro Tornasol. Hay que tenerla de cemento armado.