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El penúltimo raulista vivo

La buena estrella de España

Es cierto que la selección absoluta de fútbol ha tardado un poco en incorporarse al exitoso tirón de otros equipos nacionales (baloncesto, balonmano, fútbol sala, waterpolo, tenis...) y de otros deportistas (Sainz, Alonso, Nadal, Gasol...) pero no lo es menos tampoco que, cuando al fin ha logrado subirse al vagón, lo ha hecho para tirar con decisión del tren, como si fuera plenamente consciente del retraso y ahora pretendiera compensarlo dejando atrás a los viejos fantasmas y atrayendo la buena estrella de la que había carecido hasta la fecha y en la, no nos engañemos, a veces nos resultaba placentero regodearnos; no en vano, aún hoy seguimos recuperando las imágenes de Julio Cardeñosa fallando lo imposible ante Brasil, del codazo a Luis Enrique o del gol no concedido por Bambridge en el Mundial de México-86.

Tiempo habrá para el análisis de lo sucedido en esta Eurocopa aunque, se gane o se pierda la final ante Italia, lo que ya puede afirmarse sin temor al error es que ha supuesto un éxito deportivo total y absoluto para nuestra selección. Tiempo habrá también, supongo, para hincarle el diente y profundizar con detenimiento en la guerra sin cuartel que algunos enviados especiales parecen haber librado para hacerse con el suculento puesto de jefe de prensa de la federación, tan codiciado ahora que Villar ha dejado entrever que pretende estar al pie del cañón hasta conseguir cuadriplicar el número de años que Idi Amin Dada permaneció en la presidencia de Uganda, aunque en el fragor de la batalla haya sido herida de muerte la verdad: aquí, en España, nadie ha infravalorado por supuesto nada y algunos, entre los que yo me encuentro, lo único que hemos osado decir es que el fútbol de nuestra selección nos ha aburrido más que en 2008 ó 2010, nada más.

Pero con lo que yo me quedo sin lugar a dudas es con la indudable buena estrella a la que me refería antes, y que recoge mejor que cualquier otra acción ese penalti a lo Panenka que el otro día lanzó Ramos en las semifinales ante Portugal, y también con algo que resulta esencial a la hora de competir: el poso de campeón que tiene este equipo. España, además, ha alcanzado la final del campeonato sin alquilar su honor y sin negociar biscottos o aceptar oscuras triquiñuelas; como dice el Coronel Slade en Esencia de Mujer, "no existen prótesis para el alma", y las de estos jugadores y la de este seleccionador nunca estuvieron en venta. La selección, que antes perdía, ahora resulta que gana, y lo hace además con la cabeza bien alta, con la vista puesta en el horizonte y el orgullo intacto. Suerte para esta noche porque a la vuelta de la esquina nos espera la historia, la historia de la buena estrella de España.

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