A un colega mío de Santander le molestó mucho que Quique Sánchez Flores afirmara ayer que el árbitro había estado muy bien, y cuando le contesté que él se ponía todas las noches delante del micrófono para decir que al Real Madrid le ayudaban Victoriano y sus chicos me respondió que eso era "una broma". ¡Anda, una broma como la de Sánchez Flores!... Y cuando le recordé que él se dedicaba con denuedo a insultar a los madridistas, él me atacó llamándome demagogo. Se ha puesto de moda eso de llamarle a alguien demagogo cuando no le gusta lo que dice. A mí, por poner el caso que mejor conozco, me lo han llamado unas cuantas veces en el transcurso de la semana pasada, pero en mi ánimo no está en absoluto ganarme con halagos, ni de ninguna otra manera tampoco, el favor popular. A Miguel Angel Portugal, que venía de ser zarandeado por Mateu Lahoz en la Copa y rematado por González González en la Liga, no le sentó nada bien lo que dijo Quique y sacó los pies del tiesto. ¡Pero si sólo se trataba de una broma!
Ojalá fuera esta una broma infinita como la de David Foster Wallace. Ojalá aparecieran por aquí James Incandenza, óptico militar del gobierno; Avril, su mujer, llena de oscuras conexiones con la guerrilla de Quebec. Y sus tres hijos, Orin, pateador de fútbol americano; Mario, enano y poseedor de una sensibilidad prodigiosa, y el menor, Hal, promesa del tenis juvenil. Pero esto no es Enfield, Massachusetts, a cien millas de la Gran Concavidad. A mí me parece que no se deben gastar bromitas con las cosas de comer, de ahí que nunca haya creído en los complots de ningún tipo. El debate este del arbitraje y eso que Relaño ha bautizado como "villarato" por puro y simple interés comercial, me parece soez y con poca clase; no está a la altura del mejor club del siglo XX según la FIFA, aunque es cierto que el Real ha tenido que aguantar durante varios lustros la falacia esa del "¡Así, así, así gana el Madrid!", incluso cuando iba perdiendo.
Del mismo modo que el Barcelona no pudo evitar que el Real Madrid jugara mejor al fútbol por mucho que desde la ciudad condal (y también desde el club) se afirmara que Franco estaba detrás de los éxitos de Di Stéfano y compañía, ahora tampoco va a lograr el madridismo que su equipo juegue mejor que Messi, Xavi, Iniesta y Puyol por mucho que le echen la culpa al empedrado arbitral. Gracias a Dios, desde el Real Madrid no han picado el anzuelo y Raúl, Pellegrini y hoy mismo Kaká dicen que ellos no creen en manos negras y que si el Barcelona está ahí es por méritos propios. No puedo generalizar pero, si me dejo guiar por lo que aquí exponen los socios y aficionados del Real Madrid, se está perdiendo una ocasión histórica de demostrar con hechos lo que Indalecio Cisneros escribió con estas palabras: "enemigo en la contienda, cuando pierde da la mano, sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano". Puede que suene un poco antiguo, ¿verdad?... Desgraciadamente lo es.