Hemos vuelto a caer en el mismo error, el de querer aferrarnos a la lógica de las decisiones del "aparato" del COI cuando la mayoría de las veces, por no decir que absolutamente todas, carece de ella. Una gran parte de los caballeros que ayer eligieron a Tokio como ciudad organizadora de los Juegos de 2020 ya tenían nietos cuando la NBC estrenó Bonanza a finales de los años 50 y lo más cerca que han visto un aro olímpico fue cuando el hula hoop se puso de moda. Créanme cuando les digo que temí sinceramente por la vida del octogenario caballero que, muy peripuesto él, se dirigió tambaleante con el misterioso sobre de las votaciones al lugar que ocupaba Jacques Rogge, que con 71 años es el pipiolillo del grupo. El COI no es un ente abstracto, no, el COI está integrado por un grupo de ancianos que necesitan de un minuto de reloj para votar correctamente una de las tres opciones. Nuestro error, una vez más, ha sido tomarnos esto en serio.
El COI es también un club de élite privado y por supuesto que jamás conoceremos los motivos por los cuales salió elegida Tokio en lugar de Estambul y por qué Madrid quedó apeada a las primeras de cambio. Alguien podrá decirme que tampoco sabremos nunca por qué Daniel Day-Lewis ganó el Oscar al mejor actor por Lincoln, pero hay una notable diferencia: un reportaje de la BBC demostró en 2004 que era posible comprar los Juegos de 2012, que finalmente fueron a Londres, y varios casos más de corrupción muy sonados salpicaron gravemente los últimos años de mandato de Juan Antonio Samaranch. ¿Manzanas podridas aisladas?... Tampoco lo sé, al igual que desconozco y jamás sabré por qué Estambul y Madrid quedaron empatadas en la primera votación.
Ignacio Romo (uno de los periodistas que más saben de atletismo en España y que conoce todos los intríngulis del movimiento olímpico) comenta en su blog del diario As que cuatro días antes de la votación, esto es el martes 3, habló con "una persona que está metida hasta las entrañas donde se mueven los hilos del deporte mundial y con especial cercanía al Comité Olímpico Internacional" y que le dijo lo siguiente: "Madrid va a ganar, Ignacio. No te puedo contar más. Es el momento de Madrid. Esta vez sí". Pues esta vez... no. Repito que el error ha sido tomarnos en serio un proceso que no lo es y andar para arriba y para abajo como si la decisión de otorgar unos Juegos a una ciudad o a otra dependiera del mejor proyecto. No es así. El mejor proyecto era el de Madrid y sin embargo la ciudad quedó tercera. Ahora bien, Japón tiene todo el dinero que le falta a España. Dinero, money, argent, geld, dinheiro... Ese, el de la pasta gansa, sí que es un idioma universal, franco, sincero y directo, que incluso es capaz de comprender a la primera y sin botoncitos un miembro del actual COI.