David Villa se convertirá próximamente en el máximo goleador histórico de la selección nacional. Ya lo es de los Mundiales, aventajando claramente a Raúl que marcó goles en todos los que intervino, y acabará siéndolo en general de España. Ocurrirá mañana en Hampden Park (¡qué buenos recuerdos!) o en la próxima cita del equipo de Del Bosque. O en la siguiente. O en la otra. Es ley de vida que así suceda puesto que él es seleccionable mientras que Raúl está claro que dejó de serlo hace tiempo, y además creo que el chico se lo ha merecido: Villa es un buen chaval y un gran jugador de fútbol. Se habla mucho de la ansiedad del guaje, y yo mismo hablé en broma de la "maldición del 7" entre un grupo de amigos cuando el otro día marró aquella clarísima ocasión ante Lituania, pero David es la referencia en la punta de ataque de la selección campeona de Europa y del mundo, y sólo por eso merece nuestro respeto.
Otra cosa distinta es que el antiraulismo haya utilizado aviesamente a Villa para demonizarnos a Raúl y a los raulistas, y que eso se haya producido con el silencio cómplice (siempre lo es) del protagonista de la historia. Raúl no ha podido tener un comportamiento más caballeroso con todos y cada uno de sus compañeros, alentándoles a lograr los éxitos que él no pudo obtener con España, animándoles a seguir batiendo los registros que ni él ni una generación de futbolistas de nuestro país pudo traerse para casa, disfrutando como el que más con los buenos partidos y sufriendo con los malos, que también los hubo. Me apuesto pajaritos contra corderos a que Raúl recibió más ofertas que Aragonés para comentar el Mundial por la tele, y pondría las dos manos en el fuego a que algún colega se puso en contacto con él tras el 1-0 del debut ante Suiza. Craso error.
A Villa le atenaza ahora mismo la crisis del goleador. El mismo decía el otro día que sus compañeros del Barcelona juegan demasiado rápido incluso para él. Es una racha normal y pasajera. Villa se convertirá, como decía al principio, en el máximo goleador de España a lo largo de la historia, y yo me alegraré por él y por los éxitos de mi equipo. Será mañana en Hampden Park (¡qué golazo de Zidane!) o al otro. O al de más allá. Pero llegará. Otra cosa es que el antiraulismo recalcitrante sólo vea entonces que este 7 superó a aquel otro. Ya verán cómo, incluso ese día, convertirán un motivo de celebración en otra excusa para pasar una pobre, cobarde y asquerosa factura. Raúl se alegrará cuando David llegue al 44, y luego al 45. Yo me alegraré por Villa. Otra cosa distinta es que el guaje no saliera al paso de la tos de Schuster en El Tirachinas y dejara que los cobradores del frac especularan impunemente y con rencor con el veto madridista a su fichaje, alentado y promovido, cómo no, por su bicha preferida.