España ganó con mucho sufrimiento a la República Checa en su debut en la Eurocopa, con un gol postrero de Piqué que, al parecer, hay que agradecerle especialmente por haberse afiliado a la plataforma independentista Guanyarem, y anoche desarboló absolutamente a Turquía en lo que ha supuesto hasta ahora la mayor goleada del campeonato y, sin duda, el mejor partido del torneo. Que el España-Turquía haya sido el mejor partido que hemos visto hasta ahora en Francia-2016 tampoco quiere decir demasiado porque el tono futbolístico general, y ahí se puede incluir a Alemania, Italia, Inglaterra, Bélgica, Portugal y la anfitriona, está siendo especialmente gris. Por supuesto que se trata sólo de la primera fase y esperamos que los equipos muestren sus garras, si es que las tienen, a partir de octavos, pero, visto lo visto, la selección española es candidata seria a ganar su tercera Eurocopa consecutiva.
Lo normal es que la vigente campeona de Europa y sexta clasificada en el ranking mundial de la FIFA, tan sólo por detrás de las europeas Bélgica, que es segunda, y Alemania, que es cuarta, se imponga a Turquía, que anda perdida en la decimoctava plaza, y a la República Checa, que es trigésima; lo anormal, por mucho que se tratara de un partido amistoso, es que la todopoderosa España perdiera en casa por 1-0 con Georgia, que está en el puesto 137 de la clasificación mundial. Esa, la del amistoso de Getafe, era la última referencia que teníamos del equipo de Del Bosque antes de lo gordo, de lo serio, de lo oficial, y a mi modo de ver tuvo cierta lógica que se hablara en aquel preciso instante del problema que, aún siendo dominante, tenía la selección nacional para hacer gol. Eso se llama periodismo, lo otro fe.
Así que el debate sobre la sequía goleadora de la selección no era ningún invento, como creí leerle anoche entre líneas a Morata nada más acabar el partido contra Turquía, sino real, muy real; y se vio, por cierto, refrendado en el debut ante un equipo menor, aunque para los cantores de Del Bosque todo tiene explicación: el 0-1 ante Georgia porque era un amistoso sin importancia, el sufridísimo 1-0 ante la República Checa porque era el ejemplo más claro de que todo el mundo iba a sufrir en la Eurocopa y, al fin, el 3-0 ante el equipo turco porque era la explicación más palpable de que ni el 0-1 ni el 1-0 tuvieron la menor importancia y que esta goleada será la tónica general a partir de ahora. Ojalá. Aunque yo siga creyendo que a España le van a venir mejor las escasísimas críticas que el elogio general desmedido: aparquemos, por favor, aunque sea por un momento, el periodismo de bufanda.
Como decía, esta España con este fútbol es candidata seria a ganar la Eurocopa. Y es verdad que Iniesta ha llegado en un gran momento y se ha convertido en el necesario timón del equipo. Del Bosque ha encontrado un once, y eso también es muy bueno. Pero no se puede confundir el culo con las témporas, que es lo que algunos parecen empeñados en hacer al confundir a Del Bosque y a Piqué con España. Pase lo que pase en Francia, gane la selección el campeonato o acabe cayendo en cuartos, Vicente seguirá siendo ese seleccionador incapaz de llamar a Torres para explicarle por qué no va, un seleccionador que deja a Costa tirado como a una colilla, que le hace la pirula a Isco y a Saúl con una convocatoria fantasma o que trata de un modo a Piqué y de otro muy distinto a Arbeloa. Su ciclo ha acabado, acabó en realidad hace dos años en Brasil, aunque, eso sí, por la cuenta que nos trae a todos espero y deseo que lo haga con el broche de otra Eurocopa. Dejemos para entonces el homenaje, por favor.