Joan Laporta no entiende por qué Cataluña no puede jugar partidos oficiales y yo no entiendo por qué Laporta no saca a su equipo de la Liga de Fútbol Profesional española y disputa una Liga propia. Una de dos, o el presidente del Barça se está chutando Independentina 500 porque alguien le ha soplado que algún día podría llegar a ser alcalde de Barcelona por Convergencia, o es que quiere robarle protagonismo a Ramón Calderón diciendo más tonterías que el presidente del Madrid. Está claro que Cataluña no puede disputar partidos oficiales porque no es una nación y porque la representación deportiva española la ostenta el Reino de España, pero Laporta debería predicar con el ejemplo y, aprovechando que el Barça es más que un club, tendría que liderar efectivamente el movimiento independentista que pregona a los cuatro vientos.
La federación consintió erróneamente en el pasado el Cataluña-Euskadi y acierta ahora al prohibir el Cataluña-Estados Unidos. Y nadie prohíbe que se juegue un partido amistoso. Sin ir más lejos, Cataluña lleva jugándolos desde el año 1904, hace más de un siglo. Esta fue la primera alineación de Cataluña: Soler, Quirante, Keller, Rodríguez I, Darné, Bru, Castellà, Almasqué, Rodríguez II, Bolat y Salcedo. Cataluña jugó partidos amistosos incluso bajo la dictadura de Francisco Franco, en concreto veintisiete. El primero, el 21 de enero de 1941 contra el Stuttgart, y el último el 21 de noviembre de 1973, en La Condomina de Murcia contra una selección del Sudoeste. Cataluña ha jugado cerca de doscientos partidos amistosos desde que empezara a hacerlo a principios del siglo XX contra el Espanyol.
A Anna Pruna se le ocurrió el otro día que la mejor solución sería llamar directamente a Johnny Guitar, presidente de la federación americana, para hacer un apaño. Pero Guitar, que es un tío serio, ya ha dicho que no habrá partido a menos que lo autorice la Federación Española. Carod Rovira, que hace tiempo que se pasó de frenada con la Independentina 500, ha propuesto jugar en Perpiñán, que fue donde se reunió con Josu Ternera para pedirle que ETA no matara en Cataluña. El partido, por supuesto, no se jugará, ni era eso tampoco lo que pretendían los Roche, Olegario, Joel Joan y compañía. Ellos sólo querían tocar las narices, y eso saben hacerlo como nadie, aquí, en Perpiñán y el Turquestán.