Si algo queda claro del artículo de John Carlin en El País es que él está a favor del acuerdo suscrito entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC, que han causado doscientos mil muertos y cerca de cincuenta mil desparecidos, y que no respeta la opinión de quienes no lo están. Esto último, lo de la falta de respeto, incluso personal, por parte de Carlin a quienes no siguen sus directrices ideológicas, gastronómicas o deportivas, tampoco es nuevo; sus artículos, también los futbolísticos, destilan siempre un sectarismo que tira de espaldas, y todo ello recubierto de un tufillo de demagogia barata y cierta reminiscencia del cura que quizás quisiera ser una vez. Porque Carlin no opina, Carlin absuelve o condena a las llamas del infierno, siempre convenientemente escondido, eso sí, detrás del púlpito del teclado de su iPad de última generación.
Los colombianos irán el 2 de octubre a las urnas para refrendar o echar abajo el pacto Santos-FARC, y la verdad es que la cosa no está nada clara. Si los colombianos dicen el domingo que no, de nada valdrá el espectáculo de la pasada madrugada y, en ese nuevo e hipotético escenario, sería incluso probable que el presidente tuviera que presentar la dimisión. Tengo entendido que a eso, a que la gente vote lo que le parezca más oportuno sin que nadie le ponga una pistola en la cabeza, se le suele llamar "democracia". El resultado está tan ajustado que, con el fin de conseguir un arreón de popularidad final, unos y otros están tirando de colombianos ilustres como Shakira, Silvestre, Nairo Quintana o James Rodríguez.
Después de pensárselo mucho, como el propio Carlin dice en su artículo, Nairo dijo al final que sí, que él estaba de acuerdo; el resto no se ha pronunciado aún aunque Carlin la haya tomado sólo con el centrocampista del Real Madrid, que no ha dicho ni sí ni no. "James es un cobarde: ¿sí o no?", titula el Carlin. Para el inglés, que trata a Quintana con la displicencia de quien se considera intelectualmente superior, el ganador del Giro y de la Vuelta es un valiente... por hacer lo que él predica. Aún está a tiempo James de ganarse la absolución de Johnny si, llegado el caso, y tras marcar un gol "entre hoy y la noche del domingo", se quita la camiseta y revela otra debajo en la que pone: "Sí a la Paz". ¿Se puede ser más pedante? ¿Y se puede ser más cobarde?